Te me venís pegando demasiado, Tunco, te me venís echando encima y querés que saquemos chispas. Ya te voy midiendo la chimadura y después no digás nada, llevátela así que ni vas a saber cuando pegués el brinco. ¿No ves que la machine que llevás tiene los rines chuecos como tu risa de triste? ¿No ves que a puras cachas das para llamarte hombre? Aquí va gritando la carga, las doñitas rezan, las pintarrajeadas que se suben en El Centenario, los peritos mercantiles que se bajan con su almuercito bien revuelto de tanta vuelta que me estás haciendo dar.
Ya bajaste por Bella Vista y me la pusiste con la chepa, ¿creés que no lo sé? Vos, Tunco de mierda, fuiste el que me puso el balde con Tránsito, y sólo me acordé que nunca nos dimos una buena insultada como para que me hicieras dar dos vueltas de una terminal a otra sin sacar nada para el monche. Pero ahorita me venís chimando los espejos y no te digo nada, yo solo le meto la pata al acelerador que pulsa en mi corazón que ya se me sale el corazón pero no voy a bajarte el gas hoy porque hoy se tiene que apartar el mundo, hoy no pongo los coritos ni la super 100 ni las noticias interminables, no, hoy nos vamos con las rolas queso y si nos damos en la madre que sea a buen tono y ojalá que no te quedés tieso del susto porque de aquí no le bajo, ni cobro un peso, ni pago la tarifa de la mara, ni de la chepa, ni del dueño del coaster basura... aquí te la vas a ver con los carros de fuego y lo que se te ocurra pero tenelo por seguro que ni en la Calle Real me la ponés de nuevo, como cuando ibas lleno y decidiste bajar a la leña que cargabas porque pesaban y te gritaban y te distraían y así no podías competir conmigo que ya te llevaba cinco cuadras subiendo al Estadio.
Sos lo peor, Tunco, pero viéndolo bien sos vos quien me hace el día, el que me hace ponerle al tope sin fijarme que no soy el que parece una fiera sino el que se va a raspar los platos con dulzura de padre soltero que tiene la responsabilidad de siete en el lomo, uno para cada día, una espina para veinticuatro horas que se muerden la cola como las zumbadoras cuando se juntan. Vos sos, Tunco, el que me hace olvidar que el semáforo es un casino de tres lucecitas, que un día me dan luz verde y palmo como cualquier mosca que se le acabó el diesel y aterrizó en la sopa de olla de los domingos.
¡Entonces a rayar el motor, Tunco! a rasparlo igual que nos raspamos de niños, cuando bajábamos la Bella Vista en las balineras y ya jugábamos a ser buseros cuando mirábamos pasar los rosmos rozándonos con sus llantas llenas de chichotes. Así que metete a fondo en esto, Tunquito de mierda, porque hoy no te dejo que llegués primero, ni que marqués la vuelta que da mejor tarifa. Hoy te jodiste, patuleco, hoy voy soplado de brekes, hoy me estrello contra el mundo si así me quitás la cuña.
F.E.
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