The bed, the chair, waiting - Eric Fischl
De cómo
alguien volvió a escribir poemas
Había renunciado al verso porque nadie habla
así, en versos,
porque me daba rabia,
por algo que dijo Parra (en versos),
porque la palabra, porque… En fin.
Yo había renunciado al verso
y salía a cabalgar por el pueblo todos los
días.
Mi caballo se llamaba Rancho
y mi rancho se llamaba de ninguna forma
porque para un rancho no me ajustaba (el
dinero).
Un día Rancho me cayó encima.
“Tenía filosos los dientes y usté lo lastimó
al jalar las riendas”, me dijo el veterinario
o el detective,
no recuerdo ni entendí nada.
“A los caballos se les ponen filosos los
dientes”,
agregó el veterinario o el detective, “es algo
común”.
Común, vaya.
Prognosis: múltiple
(siempre quise decir y escribir eso, aunque no
signifique nada).
Ambas rótulas fracturadas, vértebras lumbares
2 y 4 inservibles,
vértebra dorsal 6 descanse en paz, etc.
(Yo quería estudiar medicina y mi mamá no me
dejó;
estos datos son falsos, no recuerdo ni mi
cara).
“Parapléjico de por vida”, dijo el doctor.
“Más tieso que un palo de guayabas”, dijo la
enfermera,
que además de parapléjico me daba por sordo y
retrasado mental.
No me atreví a preguntarle por qué de
guayabas.
Yo sólo pensaba en zanahorias.
Sólo soñaba con zanahorias. Pesadillas con
zanahorias.
Soy una zanahoria, me decía una y otra vez,
soy una zanahoria.
“Sí, ¡más tieso que una zanahoria!”, me dijo
una vez la enfermera.
Yo no sabía que ella estaba allí.
Al año me dejaron volver a casa.
Al principio me visitaban algunos amigos, al
principio.
Mi querida novia aguantó más de un año, me
esperó más de un año.
De cariño me decía “palito”, “mi Christopher
Reeve, mi superman”
o simplemente “mueble”.
Me leía libros, me daba de comer en la boca,
me limpiaba el culo, me bañaba.
Como a un niño inútil, como a un palo de
guayabas,
como a una zanahoria.
Más de un año aguantó.
A los años me pusieron unos chips en el
cerebro
y pude usar una computadora con la mirada.
Así he escrito esto, así he vuelto al verso.
Yo no
sabía Rancho que te dañaba…
¿Qué
será de tí en esta noche tan helada?
A la gente se le olvida que puedo sentir frío.
La
noche en que íbamos a morir
And
if a ten-ton truck
kills the both of us
to die by your side
well, the pleasure, the privilege is mine.
kills the both of us
to die by your side
well, the pleasure, the privilege is mine.
De una canción de los Smiths.
Primera
Fumamos marihuana y nos pusimos a ver un
documental sobre Bob Dylan.
“Yo quiero ser Bob Dylan”, dije yo, y todos se
rieron.
“No pero te parecés”, me dijiste vos, y yo me
reí y los demás también.
“En lo flaco tal vez”.
“No, en la piel”.
Y empezaste a tocar mi rostro como una ciega
y yo me espanté.
“¿Qué te pasa, qué te pasa? No me gustan nada
los ciegos”, te grité.
Nadie se rió conmigo.
Supe entonces que esa noche algo terrible iba
a suceder.
Segunda
Y te vi
llorar un río a cada lado
de tu
rostro sin desmaquillar…
Tercera
Me pareció verte llorando mientras simulabas
ver las estrellas
(cuáles estrellas, no habían estrellas,
el cielo estaba completamente pelado de
ellas).
Entonces te pregunté si ya te querías ir
y me contestaste que sí, un trémulo sí,
y yo te dije “vámonos pues” y empezamos a
correr.
“¿Pero por qué se van tan rápido?”, nos
preguntó la gente.
“Porque esta noche nos tenemos que morir
y ya se está
haciendo demasiado tarde”.
De nuevo, nadie se rió conmigo.
Pero sí que se rieron de mí.
Cuarta
Cuando uno va
rápido en un carro, cuando uno va rápido,
las luces toman
formas y vidas, todos los objetos toman formas y vidas.
Contrario a lo que
sucede con los seres vivos, que se paralizan y mueren:
las personas en las
calles se vuelven de cartón, maniquíes sin rostro;
los perros, los
pájaros y demás animales se vuelven meras manchas de color.
No sé cómo se verán los pasajeros de los
carros que van rápido.
Nadie ve los pasajeros de los carros que van
rápido.
Uno sólo se fija en los carros, como si no existieran.
Quinta
Y te vi
llorar un río a cada lado
de tu
rostro sin desmaquillar…
Sexta
Y te vi llorar, sí,
te vi las lágrimas
y te vi girar el timón de ese carro
como si de bailar se tratara
y el carro giró al compás del timón;
sí, como si de bailar se tratara.
Y allá fue, y allá fuimos,
contra las palabras y contras las rocas:
ambas hechas de la misma materia, ambas duras
como las bromas de dios en un mal día,
como por ejemplo:
cuando te deja dentro las llaves
o te pierde los últimos 200 pesos que te
quedaban
y que necesitabas desesperadamente para ir a
distraerte al billar.
Yo lo último que recuerdo es un humo blanco
entrando por las ventanas
y tu cara de espanto
con una gotita de sangre derramándose por tu
mejilla
haciéndote ver como una virgen con estigmas
o una Jesucrista hermosa que me venía a sacar
de mis ruinas.
Lo último que recuerdo es un humo blanco.
Y tu pregunta:
“¿Qué pasó aquí, qué nos pasó?”
Y mi respuesta:
“Nada. Es que nos teníamos que morir pero ya
nada, nada, nada…”
Y los besos
y la vida
y el amor.
Woyzeck
Te
mataré cuando la luna salga.
LMP
Cuando la
luna salga te clavaré el oxidado puñal
de mi amor
que con
tanto esmero me amarré entre las piernas.
Lo he
estado acariciando todo el día
y cuando
camino me corto
y ahí, el sudor
y la sangre de mi amor
por tí,
para ti, en tu pecho.
Adentro.
Y mi semen.
Eva, la
vida en el frente ha sido dura.
Los otros
soldados se burlaban de mí.
Todos se
dieron cuenta de lo tuyo y el capitán.
Está bien,
tu no eres ninguna puta,
Hay necesidades
que un solo hombre no puede abarcar.
Yo sólo
puedo acusarte de cobarde…
No es bueno
que un marido
entre a la
habitación de su mujer
y huela el
sexo de otro hombre.
Cualquiera
perdería la cabeza.
Pero yo,
Eva, yo…
recordé la
vez en que corrí por un campo de adormideras
Papaver somniferum
y no fui
feliz.
Eva, yo no
perdí la cabeza,
el doctor
me dice que está a punto de descifrar mi medicina.
Cuando la
luna salga y como tu me digas que es roja,
te clavo el
puñal oxidado de mi amor
que con
tanto esmero me amarré entre las piernas.
Lo que quiero decir es que le tengo miedo a los
sostenes
Sabés que
andás mal cuando
empezás a
ver en el sexo algo grotesco,
desagradable.
Cuando el
arrancamiento de las ropas
te parece
deshonroso.
Cuando el
roze de los labios es una trampa.
Cuando en
el acto último de remover el sosten a la mujer,
en esa
pausa, pensás:
ojalá no
estuviera pensando
porque
follar es de un animal…
Follar es
de un animal, pensás,
y ya se la
estás metiendo eres un cerdo.
Y luego la
violencia.
Y los ojos
cerrados, ¿para qué?
Para no ver
como tiembla la carne
es para no
ver como tiembla la carne
es para no
ver.
El semen
huele a veneno,
a algo que
nunca debí haber puesto en tu boca.
Y sin
embargo lo hice.
Sabés que
andás verdaderamente mal cuando
después del
acto último de acabar, pensás:
sé que Dios
existe por la tristeza post-coital.
A él no le
gusta que hagamos esto, claro,
porque
follar es de un animal.
Porque
follar es de un animal, pensás, mientras le decís:
Mi muy amor
mio, la proxima vez que vengás
no deberías
de ponerte sosten. Bye.
Maulló la puta
Darío Cálix
murió y ahora no queda más que el personaje de ficción,
una triste
caricatura de algo que nunca fui
pero que
hice
y así me quedé.
Darío Cálix
ya no está en mí
se fue
y ya no
existe más que como un personaje de ficción,
borroso/
una
caricatura triste,
borroso/
desperdigado
en las cabezas de las personas que alguna vez lo conocieron
y no.
Lo hice. Se
borró.
Bye bye, blackbird. Vaya con
Dios.
Darío Cálix
is now defunct
y ahora es
Jesús, tiene los ojos bien azules
y sufre
porque debe multiplicar los panes.
Qué fastidio…
Y ahora es
Alfred Jarry y le da por andar en bicicleta,
bien
armado,
diciendo
que es Ubú.
Mierdra…
Y ahora es
Van Gogh y se corta dedos
porque
afirma que 10 son más que 2.
Y si se
malea ya fueron 20,
la muy puta
de la esquina maulló.
Hermano Théo, dame dinero.
Y es
también Carlvert Casey
y su madre
actual es Felicidad Blanc,
la mujer
que en la vida anterior lo mató.
Y para
recompensar los daños
le pasa
dando leche de sus tetas que es una vaca de encanto.
Saludos a Wallace, por cierto, que también está
muerto.
Darío,
Darío Cálix no soy yo.
¿Que no ven
acaso como caricatureo?
¿Qué no ven
acaso como me voy borrando?
Miren.
Miren.
Miren.
Miren.
Miren.
Ahí hay 5.
Y si me
maleo ya fueron 20, el buen hijo de puta maulló…
Portatormentas o Balada de la rémora
Porto
tormentas.
En mí
residen ciclones.
Mi vida es
en estos momentos
la
constante lucha por mantener en control el vertigo.
Me refiero
a ese apretar del estomago…
Moverse
como quien perpetuamente se estrella.
Moverse
como serpiente a través de la hierba:
con los
ojos fijos en lados apuestos,
con el
pecho en el suelo,
lengua de
fuera,
impulsado
por ninguna otra cosa que no sea el olor a carne muerta.
Pero las
serpientes no son carroñeras, me digo.
Pero yo sí.
Portar
tormentas
y sin
embargo dar la impresión de estar en calma.
Yo no sabía el significado de la palabra
desasosiego
hasta que ella me lo dijo.
Portar
tormentas y parecer en la más divina calma,
como si el
verdadero rostro de uno estuviese vertido hacia adentro
y los ojos
hacia adentro y el alma,
hacia el alma.
O como la
superficie del mar, que sólo se vea el pulso azúl.
On du la
cio nes.
Olas, nada
más que olas.
Cuando
adentro todo es negro
y muy frío o
muy caliente
y entre más
bajés, más monstruos vas a ver
y en lo más
profundo del abismo
las
criaturas se limitan a esperar que caiga algo,
ya sea un
ojo de pescado o bien una espina
(cualquier
cosa es bienvenida)
y a
fabricar luces de las maneras más ridículas posibles.
Soy más
bien rémora, me digo.
Me
transporto de cabeza, adherido al vientre de un tiburón.
Como
felizmente lo que cae de su boca, cuando cae.
Me limito a
no pesar mucho y a no marearme.
He aquí este tu balde de agua, objeto de oscuro
deseo
Viniste acá
buscando algo que habías visto antes.
No te vayás
si lo encontraste.
Si ya no
estaba aquí
estás
mintiendo.
Yo te abrí
la puerta con los brazos abiertos
y te dije:
qué
demonios sabe nadie
y temblé,
no sé si de
miedo o de deseo o de amor.
La vida no
es dura sino confusa,
la vida es
que cada canción te lleve a otra
y poder
perder la cabeza de vez en cuando
(es
necesario)
y que uno
esté con su mujer
y que vos
estés con este hombre
que con los
mismos brazos que te abraza
bien te
ahorca,
que te
muerde,
que te toma
del pelo
y te
arranca la ropa
y baja
dando besos por tu vientre
no para
lamerte el sexo, no,
sino para
lamerte el espíritu…
He lamido
tu alma, mujer.
Y no
necesariamente para que vos después chupés la mía.
No la
chupés pero tampoco me digás
lo que
Conchita le dijo al viejo:
ay, Mateo, Mateo…
Balada de hombre follador
No
es tu sexo lo que en tu sexo busco…
L.
M. P.
Mariel, no
es tu sexo lo que en tu sexo busco
Sino calmar
mi alma.
Soy un
hombre sumamente afligido como puedes ver, Mariel,
Y para ser
completamente sincero contigo
En este
mundo sólo he encontrado la paz follando.
Pues
mientras follo, Mariel,
mira qué
bonito nombre tienes,
Pues
mientras follo no puedo pensar más que en una sola cosa:
No acabar tan rápido, hacerla que acabe.
Y yo sé y
lo puedo ver claramente en tus ojos, Mariel,
Que
verdades como esa no me llevarán a tu falda,
Pero sabrás
comprender que es mejor pensar en una sola cosa
Que en
cien.
Soy un
hombre que pasa sumamente afligido, Mariel,
De preocupaciones
muy grandes.
Mariel,
Hoy vi en
las noticias
Que después
de todo no necesitamos océano.
Ahora,
¿estará mal si te pido que me chupes este dedo?
Primera vez
Tomé su
mano e hice que lo agarrara.
Le mostré
cómo debía hacerlo:
la posición
de los dedos,
presión
correcta,
velocidad,
ritmo.
Y así por
un momento.
Luego ella
tomó mi mano,
la colocó
en su milagro
y me
presentó su clítoris.
“Suavecito”,
me dijo,
“como si
tocaras una uva
o un
durazno”.
“¿Una uva o
un durazno?”,
pregunté
yo.
Ambos nos
reímos;
y
continuamos aprendiendo.
Escribiéndole un
poema a Laura
Parece que Laura va a llorar…
Lo sé, lo siento.
Soy un pendejo
y no puedo esconderlo.
Laura está llorando…
Y no sé que hacer,
así que lloro también.
“¡Y nunca me escribiste un miserable poema!”,
me dice Laura,
con el último
de sus rencores.
Aquí voy entonces,
para hacerla sentir bien,
para que ya no llore:
Querida Laura,
tus ojos de agua
se han secado
y ahora son desiertos
en los que ni siquiera un cactus
podría aparecer.
Laura querida,
extrañaré muchísimo tus tetas
y esa mano tuya
que siempre supo
cuándo, cómo y dónde.
Oh Laura, alguna vez te amé y mucho,
pero supongo que ya se me pasó.
Eres bonita y muy inteligente,
seguro encuentras algo mejo que yo.
Parece que Laura va a llorar…
Lo sé, lo siento.
Soy un pendejo
y no puedo esconderlo.
Laura está llorando…
Y no sé que hacer,
así que lloro también.
“¡Y nunca me escribiste un miserable poema!”,
me dice Laura,
con el último
de sus rencores.
Aquí voy entonces,
para hacerla sentir bien,
para que ya no llore:
Querida Laura,
tus ojos de agua
se han secado
y ahora son desiertos
en los que ni siquiera un cactus
podría aparecer.
Laura querida,
extrañaré muchísimo tus tetas
y esa mano tuya
que siempre supo
cuándo, cómo y dónde.
Oh Laura, alguna vez te amé y mucho,
pero supongo que ya se me pasó.
Eres bonita y muy inteligente,
seguro encuentras algo mejo que yo.
Se
despide de tí,
preferiblemente para siempre,
este mal hombre y peor escritor,
al que nunca le dio por escribirte algo
hasta que te vio llorando.
Adiós.
preferiblemente para siempre,
este mal hombre y peor escritor,
al que nunca le dio por escribirte algo
hasta que te vio llorando.
Adiós.
No hay comentarios:
Publicar un comentario