Ese día bastó San José, el estar junto a Mayra y conocer a Jonatan, de quien me llamó mucha la atención su fluida poesía conversacional del tipo documental o mejor dicho, de filmina rota, porque las historias que iba contando seguían viéndose aún cuando la tarde se había agotado y la luz había saltado sobre el carrete. Puras imágenes para escucharlas con un tipo de ragtime o blues de bar perdido en Dusserdolf , el mismo donde tocó Gunter Grass o en todo caso, las barras segovianas donde Nacho Vega y Enrique Bunbury garabatean sus canciones.
Compartimos camarote con Jack Sparrow y Kravitz, eso es lo que recuerdo, y pudimos hablar de poesía y de proyectos. Luego era la brisa fría de San Cristobal Totonicapán dentro de la piel y el no poder creer que nos recibieran con tanto respeto. Jonatan disparó algunos poemas a Clint Eastwood y luego conversó en kakchiquel en las esquinas. El hombre es transrealista a la hora de los tiros, como diría Sergio Badilla, pero pocas veces se planta en la realidad un ser humano tan sereno como Lepiz cuando lee. De ahí en adelante sólo queda encariñarse de él, entender que la poesía tica ha encontrado un ser humano dispuesto a batirse en duelo por la palabra.
leonard recuerda a
janis
tenemos la música dijiste
y ahí nos atrapamos
por esa noche en el
elevador
de un viejo hotel
donde nos olvidamos de las sombras
una canción de tres
minutos
que le dio la vuelta
al mundo
una loca historia de
dos cuerpos
que se toman por
asalto
y miran la ciudad y
la gente
desde el cristal de
la habitación
junto a una botella
de southern comfort
abajo
una lenta marea que deambula
y se mueve aquí allá
sin llegar a ningún
sitio
autos buses y taxis
un paisaje amarillo
en el que se refracta
la luz y la sangre
en esta ciudad
enloqueció lorca
entre el espanto y el
insomnio
enloquecimos nosotros
sellados al vacío de
la música
y de un sudor de diez
pisos en caída libre
como si alguien
hubiera cortado los cables del elevador
en el que viajamos
y todo el ruido de
afuera
las armas el hormigón que se desploma
los flashes de las
cámaras
las personas
cuyo único testimonio
es que mueren y han muerto
y ese crujir
donde se filtra el
humo de las cosas
no pudiera contra
nosotros
estábamos y estamos
de lleno en el camino
vos te bajaste antes
nos arrebataste tu
loco ronroneo alucinado
en el cual creímos
encontrar
la respuesta a los
secretos
—estoy seguro que ahí
está—
tenemos la música dijiste
antes de marcharte
aún espero mi turno
y es también
lo único
que tengo
confesiones de una
máscara
soy un velo
y otro velo
que tiendo sobre el
juego de sombras de la noche
de lo que parecen
sombras
y no es más que el
desamparo que habita en todo lo que vive
y en él
nadie logra verme
ni osa respirar mi
aroma de sándalo
aspiro el humo
en el que regresan y
se repliegan
vapor oscuro que
anida en los pulmones
como un pez como el
frío
escribo como una
locomotora
como mailer sentado
frente a su máquina
en pleno trance de
los desnudos y los muertos
aún
en los minutos
en que las palabras
desaparecen
en medio de la danza
de tinta sobre el papel
salgo a cazar a las
malditas
envuelto en el
silencio
y el sudor
con los que cincelo
mi cuerpo
busco la poesía
arrodillado
bajo las hojas
las palabras
burbujean
y vierten sobre el
mundo
su amenaza
soy su amenaza
su redención
el filo de la espada
el último invisible
—los cerezos
envejecen
sus pétalos
sobre las calles de tokio
son el testimonio
de nuestra derrota—
busco la manera de
vencer el polvo
derretir las cadenas
volver al Tiempo
soy
la última gran sombra
el último suspiro
la distancia que
media
entre el ojo de la
noche
y su presa
me marcharé
como una flor de
sombras
me extenderé sobre la
infamia
él repetirá mi nombre
y entrará en lo
eterno
equipo de demolición
a alfredo trejos
y joan bernal
nadie nos llamó
pero aquí estamos
con unos cascos
ridículos
como si fuéramos
exploradores
de las minas del
desahucio
y unos lentes
que más que proteger
son una advertencia contra aquellos
que osen
arrebatárnoslos
porque no se le pide
a alguien como nosotros
que desenfunde la
mirada
sin que el mundo se
avergüence
nadie nos contrató
para esto
por eso es incómoda
esta caja de herramientas
y mirar este edificio
víctima de los
síntomas de la malaria
estamos solos
aún así
vinimos a cumplir
nuestro trabajo
nadie lo asignó
porque nadie asigna
estas cosas
operaciones que
siempre flotan
en el invisible
terreno
de los barrios
peligrosos
de los suburbios a
los que prendemos fuego
nadie gritó tierra
abajo
pecho a tierra
o lanzó una botella
al mar
de nuestras
perversiones
nos gusta pensar que
sí hubo llamada
que alguien desde
algún sitio
espera este momento
y acá estamos
vinimos a poblar de
dinamita
este lugar
adentro escuchamos ruidos
como si estuviera
habitado
por la nada
gotera
grifo
fuga abierta en medio
de la noche
acá está su goteo
atrás escuchamos
sirenas
perros
los expertos en
detectarnos
en husmear y olfatear
esta transpiración
parecida a muchas
cosas
así hacemos nuestros
encargos
que podrían salvarnos
y
aunque poco funcione
como debería
seguimos el camino
hasta hacernos de
otro sitio
que volar en pedazos
la distancia
a roberto bolaño
soñé que mis amigos
hacían una pira conmigo.
con mis libros.
también soñé con detectives.
uno de ellos planeaba
mi muerte.
borraba las pistas.
pagaba sobornos.
el otro. nunca
resolvió el caso.
se marchó a un bar
y lloró hasta que la
ciudad fue el dolor.
un país muy pequeño
para quedarse.
soñé con una playa
desierta.
una playa que
enflaquecía.
el mar se replegaba
como si conociese la verdad.
o hubiese un
duelo en sus arenas.
alguien intentó
recordar ese nombre
que flota como una
despedida.
soñé que era un
samurái y luchaba contra la nada.
el abismo.
y combatía y combatía
y lloré. largamente. al atardecer.
cuando la derrota.
era inevitable
side b
no existen caminos
para llegar al fin del mundo.
ahí estamos.
lo sabés.
nadie conoce tu
nombre
incapaz de repetirlo
frente al mar.
los precipicios.
¿a dónde van las
ballenas.
los pájaros cuando se
marchan?
¿a dónde?
todo está
distorsionado
la cámara tiembla.
buscás en la
guantera.
¿a dónde van los
mapas que nos pierden?
¿a dónde?
vidas inútiles
piensa en poetas.
encerrados en
pequeñas buhardillas.
descifrando palabras
exactas.
no entiende a los
poetas vastos.
como si el olvido
fuera más lento por
el polvo acumulado.
historias y tragedias
de gente que conoce y quiere
se le acumulan sobre
las suyas.
pequeñas tragedias.
adornitos de salón.
pequeños artefactos
que colecciona
para no confundirse
con las sombras.
en días así. pocas
cosas valen la pena.
pierde sus
pensamientos en cosas tristes.
imagina cementerios
de barcos
en rincones desiertos
del planeta.
piensa en los poetas
extensos
como el océano.
perdidos en esos
cementerios.
envueltos entre
herrumbre.
algas y alimañas que no
reconocen.
los poetas
desesperados.
recorren escotillas
sumergidas.
ya el aire les
empieza a faltar.
las hojas que
escribieron
se deshacen en el
fondo.
los poetas impotentes
en busca de su ego.
como un barco inútil
en medio de las aguas.
piensa en los
infortunados poetas
que buscan el secreto
y se hunden con sus
voluminosos libros
y el olvido los
acaricia
y ellos
lo confunden.
con la
inmortalidad
Jonatan
Lépiz, 1981, Costa Rica. Editor y director de Ediciones Espiral. Ha sido
miembro de varios talleres literarios, entre los que destaca el taller
literario Netzahualcóyotl. Miembro del comité organizador del Festival
Internacional de Poesía de Costa Rica desde el 2005. Ha participado en los
festivales internacionales de poesía El
turno del ofendido en San Salvador en el 2008; el XV Festival Internacional de Poesía de la Habana en el 2010 y el VIII Festival Internacional de Poesía de
Quetzaltenango. Textos suyos aparecen en varias revistas y páginas web.
Publicó Batallar contra la Noche con
la Editorial Costa Rica en el 2007.
1 comentario:
De esos seres que se le escaparon al sistema...
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