Tomé estas fotos el pasado 24 de octubre gracias a la invitación que mi cuñada Laura Maldonado nos hiciera. Ella se ha integrado a la Asociación de recreación del Regimiento fijo de Puerto Rico que tiene sus sede en el Museo Casa Blanca, en el Viejo San Juan, y en ella no solo se hace la puesta en escena de lo que fuera la orgullosa unidad que defendió San Juan del ataque inglés en 1797, sino que también se recibe un taller sobre la moda y el textil que se utilizó en el Puerto Rico del siglo XVIII.
Tuve oportunidad también de realizar una extensa entrevista que estaré posteando -primera parte- en mi podcast este jueves 5 de noviembre, en su episodio 15.
Debo decir que esta es la segunda sorpresa que llevo en Puerto Rico en cuanto a recreación histórica se refiere, ya que la primera fue hace tres años en la magnífica recreación de Semana Santa que se hace en Arecibo, con vestuarios excelentes de legionarios romanos, sin embargo, esta recreación del Regimiento Fijo me ha dejado satisfecho en mi curiosidad de conocer de primera mano el cómo era la indumentaria colonial española, y más que eso, cómo el escenario del Viejo San Juan en conjunto sigue teniendo la sensación de máquina del tiempo donde aún vibra el espectro de España con más resonancias de las que somos capaces de aceptar. Y precisamente, la aceptación de la hispanofilia como una expresión de resistencia ante la invasión estadounidense es algo que las mismas autoridades de Washington nunca pedieron erradicar, llegando incluso a alentar ese sentimiento como una forma subrepticia de transculturalidad que sirviera al modelo de blanqueamiento que esperaban para Puerto Rico.
En esto aún hay mucha tela que cortar y ya existen estudios muy bien argumentados sobre el proceso intercolonial, por el momento, estas son las imágenes que aún subsisten en el orgullo de una nación que quiérase o no es heredera de todas las contradicciones de la historia en toda América.
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