Durante los
siglos posteriores a la caída de los dioses grecolatinos, la gente mantuvo en
su memoria muchos de los impulsos telúricos que los empujó a identificar y a
regresar a ciertos lugares concretos donde alguna vez, según las creencias
paganas, se revelaron los hechos de las divinidades. Así, la aldea de Eleusis,
en Grecia, perduró como el lugar donde estaba la cueva de aparición de
Perséfone, secuestrada y hecha esposa por Hades. El lugar de las sombras tenía
entonces su referente físico entre las escarpadas laderas cercanas a Atenas y a
él se podía ir como precoces turistas del mundo antiguo que iban construyendo
un misterio alterno al de los eleusinos. También están otros lugares sacros que
abandonan la nebulosa referencial de la religión y se plantan como tótem en las
llanuras y horizontes comprobables dentro de la geografía de la realidad: el
Monte Ararat -para citar algunos-, la explanada en Jerusalén desde donde Mahoma
ascendió a los cielos, las ciénagas norteñas del Aztlán mexica y, para el caso
que nos compete, la legendaria e hiperbórea Tule, hoy conocida como Islandia.
Cindy
Jiménez-Vera ha decidido en su poemario Islandia,
devolverle a la isla actual su condición de Tule-No lugar para que en ella habite su madre fallecida -quien aparece
sutilmente a veces a lo largo del libro y en otras, rotundamente-, no como un
lugar en otra dimensión, sino como una lejanía geográfica donde, como en la
misma vida, sea tan difícil ir, pero imposible de borrar de los mapas entre los
destinos posibles; parafraseando a Victoria Saw agregaría que, para entender su
verdadero contenido -el poemario- hay que invertirlo, porque el mito no permite
una lectura clara, transparente, sino a la inversa.[1]
Quise esconderla
en veinte bóvedas chinas.
Quise abrigarla
como si se fuese
a Islandia. (Guantes)
De esta
forma, Puerto Rico e Islandia se vuelven equidistantes en la ausencia y,
además, susceptibles de abandonarse o llegar a ellas cuando el tiempo lo
permita. Las fronteras del Hades se borran así y la madre está más cerca,
susceptible a ser considerada una turista en un largo, aunque doloroso viaje.
Tengo claro que cuando escribí el
poema Archipiélago, que forma parte de este libro, no lo hice con pretensiones
cartográficas. Pensé en el agua que comparten las islas de las Antillas con
Islandia; el océano Atlántico. Sólo propongo una pequeña reflexión
hidrográfica. Los pronombres, vistos desde lejos son manchas. (Apéndice XXIII sobre cartografía)
El mar se
revela como la materia de la eternidad que mantiene en un mismo territorio a la
soleada Borinquen y a la crepuscular Islandia en una geografía emocional que va
siendo descrita a manera de soliloquio, haciendo uso de todo el instrumental
referencial de una poeta cuyo oficio profesional es el de ser bibliotecaria
(hay varios poemas en los que la cotidianeidad de la atención en la biblioteca
nos transmite el cómo se forja una sensibilidad tan amante de los irónicos detalles,
como la tiene Cindy[2])
Por ello, su voz va atravesando los poemas en el mismo tono en voz baja que se
debe a los silenciosos salones y casi se puede percibir el siseo de las páginas
donde va leyendo la propia historia que ella va evocando sin ayuda de lirismo
alguno. Este registro anula cualquier intención de identificar desde qué género
se ha escrito Islandia pues las
fuentes de información que utiliza para potenciar su gran símil del No lugar, la carencia y la ausencia,
son transversalizadas y puestas a disposición absoluta de la poética coloquial
y de tono cómplice.
Islandia ha adquirido al final del poemario
su estatus de patria de la ausencia -matriz de la madre- a la cual podemos
arribar, con la misma disposición anímica de aquellos que, llegando hasta
Eleusis siglos después del abandono de los dioses, veían sin ver que Perséfone
aún esperaba ahí, en lo que todos consideraban una referencia de tiempos ya
idos.
Fabricio Estrada
[1] Maternidad,
en el Diccionario Ideológico Feminista, Victoria Saw.
[2] Cindy
Jiménez-Vera, San Sebastián del Pepino, Puerto Rico, 1978. Libros publicados: No Lugar -2017, Islandia -2015, 400 Nuevos
Soles -2013, Tegucigalpa -2012, El Gran Chessburger y otros poemas con
dientes -2015. Es Directora de Ediciones Aguadulce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario