¡Cómo que para qué! Para sumarse al díalogo, para meterse de cabeza a la realidad que impone la virtualidad.
¿Y acaso no habló siempre la poesía de la virtual llegada del mañana y de la lucha constante entre la fugacidad y lo eterno? Casi estoy tentado a creer que Da Vinci inventó el mouse y que Aristóteles hablaba dormido de computadoras y hongos nucleares. Nostradamus fue un farsante no porque se haya inventado sus visiones sino porque se atribuyó para sí las descripciones que Juan hizo en Patmos y las interpretaciones que Horacio hacía cada vez que Roma se desmoronaba.
La virtualidad es nuestro cerebro paralelo y no la lobotomía que escandalosamente advierten los puritanos del papel y el grafíto. En Fundación y Tierra de Asimov existe un planeta llamado Solaris donde todos se comunican mentalmente con sólo cerrar los ojos...sin duda se le fue por alto -más por pereza que por juicio- describir que cerraban los ojos y se conectaban a través de un clik de mouse... de igual forma, Góngora decía: "vuela pensamiento y diles a los ojos que te envío que eres mío..."
¿Y entonces, para qué aguantarse las ganas de ser ubicuos? Todo poema es ubicuo y hace impersonal al creador en la medida que, de forma auténtica, va desapareciendo él mismo del texto.
Somos polen, entonces, de un mundo donde los vaivenes de la banda ancha trazan las rutas y las velocidades con que se asimilan las ideas dentro de lo humano.
En este blog, que convertiré en un archivo virtual, expondré mis artículos y poemas de distintas fechas, como una especie de crónica del azar.
"No es el mundo lo que ve el escritor, sino el mundo que él necesita" (Jrapchenko)...y claro, éste es mi mundo, mi machete y mi ícaro; selva y sol, por lo tanto, pedazos de espejos que voy dejando para no perderme en el dédalo de Honduras.
Bienvenidos entonces, pasen adelante.
miércoles, 6 de febrero de 2008
martes, 5 de febrero de 2008
Antojadiza Antología, Copy Rigths F.E.
La luz proceso de
Nacen las voces en una especie de trance,
y es así como se entiende
el por qué los cerros tienen la textura del pan,
porque además te lo vas repitiendo:
“el cerro está en rodajas como el pan”,
y luego, cualquier fragmento de luz
reclama su nombre y origen,
por eso es que gritás chispas y decís:
“qué buena es la luz que no existía”
“qué buenas las carreteras de mi país”
“qué buenas las familias que tapan agujeros en ellas...”
y es entonces que te sentís tan humano,
pensás en lo afortunada que es la esposa bien recibida en casa,
pensás en los gatos tramando una conjura
y en las lotificaciones que se abren temprano en la noche
para los miles de obreros que por fin quieren soñar...
Es entonces que te volvés insoportable,
desnudás a medio mundo con tu poesía de rayos x,
vas murmurando galimatías en el colectivo
y pensás: “qué buena era la luz cuando no existía”
qué buenas las familias con su unidad en la miseria,
las esposas que no tienen ningún libro con quien competir,
¡Pero ay, qué buena es la humanidad
con sus ojos de caracol atisbando la lejanía!
Nacen las voces en una especie de trance,
y es así como se entiende
el por qué los cerros tienen la textura del pan,
porque además te lo vas repitiendo:
“el cerro está en rodajas como el pan”,
y luego, cualquier fragmento de luz
reclama su nombre y origen,
por eso es que gritás chispas y decís:
“qué buena es la luz que no existía”
“qué buenas las carreteras de mi país”
“qué buenas las familias que tapan agujeros en ellas...”
y es entonces que te sentís tan humano,
pensás en lo afortunada que es la esposa bien recibida en casa,
pensás en los gatos tramando una conjura
y en las lotificaciones que se abren temprano en la noche
para los miles de obreros que por fin quieren soñar...
Es entonces que te volvés insoportable,
desnudás a medio mundo con tu poesía de rayos x,
vas murmurando galimatías en el colectivo
y pensás: “qué buena era la luz cuando no existía”
qué buenas las familias con su unidad en la miseria,
las esposas que no tienen ningún libro con quien competir,
¡Pero ay, qué buena es la humanidad
con sus ojos de caracol atisbando la lejanía!
La nieve es una vitamina
Cuando sueño con nieve
ninguna hoja en blanco sobrevive.
Al despertar, copos de papel llenan con su ventisca
las horas del trabajo, entre sorbos de Leteo
e imaginación barata
hago trizas curriculos, noticias,
cualquier fragilidad impresa de dudosas propiedades.
De aquí supongo
que el lápiz es la estación del hielo,
un patín que rasga veloz a la llana palabra.
Claro está, que nunca he visto la nieve.
el granizo ha sido como un abrazo que se detiene,
una sonrisa a la cual, de improviso, se le caen los dientes.
pero he aprendido a vivir sin ella,
y qué lastima, porque con nieve
hubiera aprendido a amar las runas y a Kant,
al positivismo y al revisionismo, en fin,
tendría bonanza y frialdad, una abuela en las colonias,
vacaciones en Mallorca, pedantería de sobra
y en mis sueños, no habrían Blancanieves
ni esta mezcla de asombro y suspenso
que acompaña siempre
a todo soñador del trópico.
Cuando sueño con nieve
ninguna hoja en blanco sobrevive.
Al despertar, copos de papel llenan con su ventisca
las horas del trabajo, entre sorbos de Leteo
e imaginación barata
hago trizas curriculos, noticias,
cualquier fragilidad impresa de dudosas propiedades.
De aquí supongo
que el lápiz es la estación del hielo,
un patín que rasga veloz a la llana palabra.
Claro está, que nunca he visto la nieve.
el granizo ha sido como un abrazo que se detiene,
una sonrisa a la cual, de improviso, se le caen los dientes.
pero he aprendido a vivir sin ella,
y qué lastima, porque con nieve
hubiera aprendido a amar las runas y a Kant,
al positivismo y al revisionismo, en fin,
tendría bonanza y frialdad, una abuela en las colonias,
vacaciones en Mallorca, pedantería de sobra
y en mis sueños, no habrían Blancanieves
ni esta mezcla de asombro y suspenso
que acompaña siempre
a todo soñador del trópico.
Cuento del avión que nunca regresó
I
Para entonces
los aviones os habrán cortado las manos.
El cielo caerá como un pañuelo
y las rutas, serán borradas por los motores.
Eso lo pienso ahora
que veo estremecerse los fuselajes,
cuando se agazapan las montañas
y los pájaros se vuelven invisibles.
Tegucigalpa, es el risco más lejano,
en ella anidan serpientes aladas
y San Jorge se ha inventado las suyas.
Los aviones son miopes
los aviones tiemblan al mirarnos de frente.
¿Y a qué vendrán a esta ciudad
que siempre está diciendo adiós?
Cuando cruza un avión,
Tegucigalpa entera se detiene para decirle adiós.
Las familias corren al final de la pista
en un afán de accidente y fantasías de cisnes.
Los aviones van de paso
huyendo de nuestro adiós.
II
Todo avión es el último
y a él, Saigón, me encomiendo.
Ruego por él en las terrazas,
disputo un espacio para que me mire,
pero el tiempo vuela lejano
y otras pistas mejor plantadas lo retienen.
¡Ah hermoso zumbar de los motores!
Te sueño rompiendo los cristales y engullendo a tu paso
la oración migrante de los miedosos.
¡Hidráulico tren de aterrizaje!
Te imagino sobre pistas de hielo
girando en silencio hacia las salas de espera
pero no llegas, no.
El cielo no se abre resplandeciente
y ningún altavoz anuncia tu gloria.
De vez en cuando
pasa un pájaro y creo alcanzar su sombra,
recorro media ciudad tras él
hasta el momento en que baja
a picotearme el rostro.
Todo avión es el último
y a su ausencia, miserable,
en medio del humo de miles de cigarrillos,
le sacrifico boletos, angustias y equipajes.
I
Para entonces
los aviones os habrán cortado las manos.
El cielo caerá como un pañuelo
y las rutas, serán borradas por los motores.
Eso lo pienso ahora
que veo estremecerse los fuselajes,
cuando se agazapan las montañas
y los pájaros se vuelven invisibles.
Tegucigalpa, es el risco más lejano,
en ella anidan serpientes aladas
y San Jorge se ha inventado las suyas.
Los aviones son miopes
los aviones tiemblan al mirarnos de frente.
¿Y a qué vendrán a esta ciudad
que siempre está diciendo adiós?
Cuando cruza un avión,
Tegucigalpa entera se detiene para decirle adiós.
Las familias corren al final de la pista
en un afán de accidente y fantasías de cisnes.
Los aviones van de paso
huyendo de nuestro adiós.
II
Todo avión es el último
y a él, Saigón, me encomiendo.
Ruego por él en las terrazas,
disputo un espacio para que me mire,
pero el tiempo vuela lejano
y otras pistas mejor plantadas lo retienen.
¡Ah hermoso zumbar de los motores!
Te sueño rompiendo los cristales y engullendo a tu paso
la oración migrante de los miedosos.
¡Hidráulico tren de aterrizaje!
Te imagino sobre pistas de hielo
girando en silencio hacia las salas de espera
pero no llegas, no.
El cielo no se abre resplandeciente
y ningún altavoz anuncia tu gloria.
De vez en cuando
pasa un pájaro y creo alcanzar su sombra,
recorro media ciudad tras él
hasta el momento en que baja
a picotearme el rostro.
Todo avión es el último
y a su ausencia, miserable,
en medio del humo de miles de cigarrillos,
le sacrifico boletos, angustias y equipajes.
La poesía es una peste
Imagino, que nadie confunde la caricia de un anzuelo
con estos dedos que van tras las líneas de toda mano
adivinando pavores y amores jurados.
Porque el índice que humedezco en mi boca
pronto es el faro donde sumiso
viene a revolotear el viento,
perruna transparencia que corre tras banderas
y me las trae juguetona
para hacer con ellas lo que quiera.
Porque no hay mayor signo
que el puente donde mezclo puños y palmas,
campo que abono con grafito
y donde voy segando lápices mordidos por la plaga.
II
Eres, el cíclope enternecido.
Resplandeces y evaporas a la lluvia en tu coraza.
Arde tu mirada cuando el campo está seco
y de rodillas, labran los ríos su camino.
¿A quién heriste cuando el adios,
cuando convertida en palabra regresaste
a inventariar lo perdido?
Mano que señala con anticipo su golpe,
¿a quién peinarás con ternura de viento
para luego morder sin aviso
ni pretexto?
III
Piedra que es boomerang,
mástil que se amarra al cuerpo del poeta,
azote de los dioses que hace crecer la hierba.
Punto de fuga que proyecta, estampida de las líneas.
Zíngara piedra que es bomerang.
Sólo tras de tí
puede retumbar el hastío.
Imagino, que nadie confunde la caricia de un anzuelo
con estos dedos que van tras las líneas de toda mano
adivinando pavores y amores jurados.
Porque el índice que humedezco en mi boca
pronto es el faro donde sumiso
viene a revolotear el viento,
perruna transparencia que corre tras banderas
y me las trae juguetona
para hacer con ellas lo que quiera.
Porque no hay mayor signo
que el puente donde mezclo puños y palmas,
campo que abono con grafito
y donde voy segando lápices mordidos por la plaga.
II
Eres, el cíclope enternecido.
Resplandeces y evaporas a la lluvia en tu coraza.
Arde tu mirada cuando el campo está seco
y de rodillas, labran los ríos su camino.
¿A quién heriste cuando el adios,
cuando convertida en palabra regresaste
a inventariar lo perdido?
Mano que señala con anticipo su golpe,
¿a quién peinarás con ternura de viento
para luego morder sin aviso
ni pretexto?
III
Piedra que es boomerang,
mástil que se amarra al cuerpo del poeta,
azote de los dioses que hace crecer la hierba.
Punto de fuga que proyecta, estampida de las líneas.
Zíngara piedra que es bomerang.
Sólo tras de tí
puede retumbar el hastío.
Enigma de la lluvia
Por una vez y no muchas,
destruida ya en varias veces la ciudad
que disminuida a sus fragmentos
andaba innumerable en mis ojos
como una lluvia perenne.
Por una vez frente a los peces del mercado
y no como quisieran
en muchas andanzas de las mías,
inconsciente y mucho más puro entonces
de lo que ahora pretendo con mi camisa de erizo.
No muchas veces, al cruzar las tiendas,
el enredijo de toldos, las mutiladas palomas,
fui abriendo mis brazos
como arrancando vuelo
y el ladrido de los perros en las cadenas
y el persignarse asustadizo de los fieles,
me dieron viento y supe callar
en una época donde todo exigía
respuestas y malabares
porque una y no solamente muchas,
porque todas y no solamente algunas
de las tantas ocasiones en que me sentí
etéreo y desposeído,
ardiendo en una piel que de pronto era plumas,
plúmbeo acontecer que levantaba en vilo
y de pronto me hacía olvidar y alejar
lo que entonces y ahora
me sigue pareciendo tan nefasto y necio
de la eterna sonrisa humana.
Por una vez y no muchas,
destruida ya en varias veces la ciudad
que disminuida a sus fragmentos
andaba innumerable en mis ojos
como una lluvia perenne.
Por una vez frente a los peces del mercado
y no como quisieran
en muchas andanzas de las mías,
inconsciente y mucho más puro entonces
de lo que ahora pretendo con mi camisa de erizo.
No muchas veces, al cruzar las tiendas,
el enredijo de toldos, las mutiladas palomas,
fui abriendo mis brazos
como arrancando vuelo
y el ladrido de los perros en las cadenas
y el persignarse asustadizo de los fieles,
me dieron viento y supe callar
en una época donde todo exigía
respuestas y malabares
porque una y no solamente muchas,
porque todas y no solamente algunas
de las tantas ocasiones en que me sentí
etéreo y desposeído,
ardiendo en una piel que de pronto era plumas,
plúmbeo acontecer que levantaba en vilo
y de pronto me hacía olvidar y alejar
lo que entonces y ahora
me sigue pareciendo tan nefasto y necio
de la eterna sonrisa humana.
Los constructores
Ha crecido la mañana
imprevistamente roja sobre la hierba endeble.
Cada quien carga su cuota de ladrillos
y aporta un muro más
a esta ciudad de callejones sin salida.
Blancos de cal despiertan los albañiles;
el martillo cantó más temprano que ayer
y los buses de vapor, bajan hastiados
a recolectar sus carbones.
Desde los barrios más lejanos
donde la noche clava estrellas en los cerros
y el viento acumula en los ojos
el polvo lejano de las construcciones,
bajan los maistros
hacia las casas del valle,
inundan sigilosos los solares baldíos
y unos sobre otros
levantan un paisaje de espejos
y de péndulos hechizantes.
La gris primavera ha llegado:
los grafittis obsenos aguardan
a ser descubiertos
en algún rincón de las casas recién terminadas.
Ha crecido la mañana
imprevistamente roja sobre la hierba endeble.
Cada quien carga su cuota de ladrillos
y aporta un muro más
a esta ciudad de callejones sin salida.
Blancos de cal despiertan los albañiles;
el martillo cantó más temprano que ayer
y los buses de vapor, bajan hastiados
a recolectar sus carbones.
Desde los barrios más lejanos
donde la noche clava estrellas en los cerros
y el viento acumula en los ojos
el polvo lejano de las construcciones,
bajan los maistros
hacia las casas del valle,
inundan sigilosos los solares baldíos
y unos sobre otros
levantan un paisaje de espejos
y de péndulos hechizantes.
La gris primavera ha llegado:
los grafittis obsenos aguardan
a ser descubiertos
en algún rincón de las casas recién terminadas.
Canción de exilio para un recién nacido
Y es peor todavía:
uno defiende un sueño,
a una tierra que apenas existe en el deseo.
Por eso las piedras son indefendibles
y el inmediato yermo
no es la tierra que fértil buscamos.
Nada parece más cercano
que la extrema presunción de la memoria,
hilos que desde nuestras manos
pretenden devolver vida
a lo que en sustancia
siempre será fugacidad e intermitencia.
Y sin embargo, pequeño,
hoy te hago parte de la nostalgia,
así, dormido,
mientras en sueños fundás la patria
que aún no he podido fundarte.
II
Pero no he querido para vos, hijo mío,
un destino injurioso de ayes y bemoles,
este sarmiento que trenzo
cada mañana en mis manos.
Has de saber
que mis juegos tienen perdedores
y que lastimo de vez en cuando
como un desconocido que grita a otro
y lo humilla
y se complace con verlo solo
aterido
golpeando en los rincones.
Tenés que saber que trato, que intento
que hago lo posible por llegar limpio a vos
y recibir de tus medias palabras
esa verdad que en las noches
hablará con claridad en mis sueños.
Es probable que no me entendás,
balbuceo y lloro
con un espino plantado en mi lengua.
Sólo dejame crecer un poco más
para poder explicártelo.
Mayor o igual que
Se tienen los 33 como cualquier cosa,
la montaña es montaña
y el viejo del yoyo sube incansable tras su sombra.
A veces destellan los peces del autobús
y una voz ronca susurra en los parlantes,
desando los atajos de los ladrones
y me encuentro rebuscando cometas
entre la maraña del cableado.
Silban las balas en las playas de Normandía
aunque distraído levante cabeza
siguiendo la curva veloz de una mujer infrecuente.
Son los 33 y sus clavos,
el martillaje lame mis desoladas arenas
mientras el resollar del mar
descuartiza sirenas y barcos de oropéndolas.
Ni modo,
esperaba escuchar trompetas
pero solo crujen los huesos
se agitan retoños de cobre
y uno se queda viendo interminablemente
en el espejo manchado de labios.
Cuando el río suena
Yo escuché cuando venías, piedra,
en el tumulto del invierno
tronaste bajo el río, piedra,
piloto de las hondas, martillo de los pobres,
benjamín de las armas,
corazón del rayo
incrustado en los ocotes.
Yo escuché cuando rompías, piedra,
la cerámica de las frentes,
el espejo de los pechos,
te arrimaste magnética a mis manos
y a tumbos me pediste la fuerza, piedra,
para describir parábolas en los ojos,
amenazas en los tímpanos,
murmullo fantasmal en las arenas.
Yo te vi saltar en Jericó
de tu prisión en la muralla,
impávida, del teocalli
a tu nuevo disfraz de catedral.
y yo escuché cuando venías
aprestándome al golpe,
al retumbo de tu canto, piedra,
corona de basalto,
collar de grava,
perla escondida
en la ostra de mi mano.
Poema del hombre que despertó solo
¿Qué significa tener ambiciones?
¿Caer agotado
y boquear sin remedio,
correr de un lado a otro
elevando los brazos al cielo?
¿Sacudirse a los inoportunos,
estampar nuestros nervios en el papel?
¿Qué significa la austeridad y la recompensa?
¿Una larga y posible vida,
una calle por la cual resulta incómodo andar,
un autobús dentro del cual
resulta incomodo andar,
un niño demasiado molesto
porque pide,
porque mira en tu piel
la suave tersura de los que comen,
de los que al salir del baño
encuentran la leche sobre la mesa
y un periódico que informa
sobre la cumbre de los presidentes?
¿Qué significa tener los pies sobre el suelo?
¿Un reloj que al girar sus manecillas
abre un gran agujero en la espalda,
un pastel de cumpleaños,
el llanto y la histeria
porque hoy no se tuvo
para entrar a una pizzería
y sentarse holgado
y comer ensalada
y olvidar que mañana no se tendrá
ni siquiera para dar lo que nos sobra,
ni para sentir
el frío acostumbrado de las monedas?
¿Y qué significa ser un poco serio?
¿Qué nunca se habló de revolución,
que nunca se imaginó
la puntería de los fusiles
y el recorrido de balas
que entraban por detrás del cuello
justo por el sitio
donde los sueños nos hierven
y se piensa en segundos
en miles de rostros y situaciones
o en algún abrazo que se dio
sin saber
que ese era el último
el de la última vez?
¿Pero qué significa tener ambiciones?
¿Una rosa y amar los ojos más bellos,
ir de frente espantando espíritus,
abrocharse los botones de la camisa,
corregir la sonrisa que se nos va de lado
con un dejo de tristeza inconfundible,
un brindis,
una copa de cristal que salta
estallando contra el suelo
y sus diez mil pedazos
con cada uno
de nuestros diez mil reflejos?
¿Pero qué significa tener ambiciones?
8:00 a.m.
Llego a la hora en punto.
De esta forma, el tiempo adquiere
matices históricos.
Marco tarjeta
y busco a tientas mi escritorio.
ya no dirán nada, he cumplido con llegar
y esto para ellos
es suficiente.
Ahora me verán callar
yendo del baño a la fuente de agua,
de la fuente de agua al baño,
y no sabrán que transito siglos atrás
por montañas del Ponto y ríos de Mongolia,
acompañando a Julio César
y exigiendo
un desfile con elefantes y timbales.
Luchas atrás,
con Gengis Khan por una larga estepa
y un buen caballo,
con Ibn Batutah y Marco Polo
junto a valkirias que me ungen
entre los muertos de Germania.
Y nadie sospechará,
me dejarán tranquilo
con mi rostro atento,
dirán que cumplo
y me pagarán por ello.
No son palabras
Nos son palabras las que me faltan,
son palabras las que me ahogan
y se vuelven silencios
rebullendo bajo la piel
con fragor de mares partidos,
y se hacen gigantes en los huesos
y crecen
y uno va creciendo con ellas
hasta no aguantar los dientes,
las fronteras de las puertas
el espacio sideral de las calles.
No son palabras
las que no pronuncio,
son tormentas que aniquilan
incendios
mil ejércitos que braman bajo el cielo,
mis palabras
las que nunca faltan
y me ahogan
cuando las vuelvo silencios.
Poema que la muerte espera
Nada es para siempre,
aceptémoslo,
lo eterno se inventa
para no vernos acabados.
Nada dura más tiempo
que una vida;
sólo las aves creen
que el planeta es infinito
sin imaginar que su vuelo
es inferior al de los astros
y que éstos, a la vez,
un día se opacan
y surcan vacíos el silencio
como el corazón de un hombre
que ha dejado de amar.
Por ello, cuando sé
que el amor es el primero en morir,
no dejo de sentir una extraña alegría,
saco una silla al patio
y entre las flores,
dejo a los gatos atrapar
y matar mariposas
en su juego.
Y es peor todavía:
uno defiende un sueño,
a una tierra que apenas existe en el deseo.
Por eso las piedras son indefendibles
y el inmediato yermo
no es la tierra que fértil buscamos.
Nada parece más cercano
que la extrema presunción de la memoria,
hilos que desde nuestras manos
pretenden devolver vida
a lo que en sustancia
siempre será fugacidad e intermitencia.
Y sin embargo, pequeño,
hoy te hago parte de la nostalgia,
así, dormido,
mientras en sueños fundás la patria
que aún no he podido fundarte.
II
Pero no he querido para vos, hijo mío,
un destino injurioso de ayes y bemoles,
este sarmiento que trenzo
cada mañana en mis manos.
Has de saber
que mis juegos tienen perdedores
y que lastimo de vez en cuando
como un desconocido que grita a otro
y lo humilla
y se complace con verlo solo
aterido
golpeando en los rincones.
Tenés que saber que trato, que intento
que hago lo posible por llegar limpio a vos
y recibir de tus medias palabras
esa verdad que en las noches
hablará con claridad en mis sueños.
Es probable que no me entendás,
balbuceo y lloro
con un espino plantado en mi lengua.
Sólo dejame crecer un poco más
para poder explicártelo.
Mayor o igual que
Se tienen los 33 como cualquier cosa,
la montaña es montaña
y el viejo del yoyo sube incansable tras su sombra.
A veces destellan los peces del autobús
y una voz ronca susurra en los parlantes,
desando los atajos de los ladrones
y me encuentro rebuscando cometas
entre la maraña del cableado.
Silban las balas en las playas de Normandía
aunque distraído levante cabeza
siguiendo la curva veloz de una mujer infrecuente.
Son los 33 y sus clavos,
el martillaje lame mis desoladas arenas
mientras el resollar del mar
descuartiza sirenas y barcos de oropéndolas.
Ni modo,
esperaba escuchar trompetas
pero solo crujen los huesos
se agitan retoños de cobre
y uno se queda viendo interminablemente
en el espejo manchado de labios.
Cuando el río suena
Yo escuché cuando venías, piedra,
en el tumulto del invierno
tronaste bajo el río, piedra,
piloto de las hondas, martillo de los pobres,
benjamín de las armas,
corazón del rayo
incrustado en los ocotes.
Yo escuché cuando rompías, piedra,
la cerámica de las frentes,
el espejo de los pechos,
te arrimaste magnética a mis manos
y a tumbos me pediste la fuerza, piedra,
para describir parábolas en los ojos,
amenazas en los tímpanos,
murmullo fantasmal en las arenas.
Yo te vi saltar en Jericó
de tu prisión en la muralla,
impávida, del teocalli
a tu nuevo disfraz de catedral.
y yo escuché cuando venías
aprestándome al golpe,
al retumbo de tu canto, piedra,
corona de basalto,
collar de grava,
perla escondida
en la ostra de mi mano.
Poema del hombre que despertó solo
¿Qué significa tener ambiciones?
¿Caer agotado
y boquear sin remedio,
correr de un lado a otro
elevando los brazos al cielo?
¿Sacudirse a los inoportunos,
estampar nuestros nervios en el papel?
¿Qué significa la austeridad y la recompensa?
¿Una larga y posible vida,
una calle por la cual resulta incómodo andar,
un autobús dentro del cual
resulta incomodo andar,
un niño demasiado molesto
porque pide,
porque mira en tu piel
la suave tersura de los que comen,
de los que al salir del baño
encuentran la leche sobre la mesa
y un periódico que informa
sobre la cumbre de los presidentes?
¿Qué significa tener los pies sobre el suelo?
¿Un reloj que al girar sus manecillas
abre un gran agujero en la espalda,
un pastel de cumpleaños,
el llanto y la histeria
porque hoy no se tuvo
para entrar a una pizzería
y sentarse holgado
y comer ensalada
y olvidar que mañana no se tendrá
ni siquiera para dar lo que nos sobra,
ni para sentir
el frío acostumbrado de las monedas?
¿Y qué significa ser un poco serio?
¿Qué nunca se habló de revolución,
que nunca se imaginó
la puntería de los fusiles
y el recorrido de balas
que entraban por detrás del cuello
justo por el sitio
donde los sueños nos hierven
y se piensa en segundos
en miles de rostros y situaciones
o en algún abrazo que se dio
sin saber
que ese era el último
el de la última vez?
¿Pero qué significa tener ambiciones?
¿Una rosa y amar los ojos más bellos,
ir de frente espantando espíritus,
abrocharse los botones de la camisa,
corregir la sonrisa que se nos va de lado
con un dejo de tristeza inconfundible,
un brindis,
una copa de cristal que salta
estallando contra el suelo
y sus diez mil pedazos
con cada uno
de nuestros diez mil reflejos?
¿Pero qué significa tener ambiciones?
8:00 a.m.
Llego a la hora en punto.
De esta forma, el tiempo adquiere
matices históricos.
Marco tarjeta
y busco a tientas mi escritorio.
ya no dirán nada, he cumplido con llegar
y esto para ellos
es suficiente.
Ahora me verán callar
yendo del baño a la fuente de agua,
de la fuente de agua al baño,
y no sabrán que transito siglos atrás
por montañas del Ponto y ríos de Mongolia,
acompañando a Julio César
y exigiendo
un desfile con elefantes y timbales.
Luchas atrás,
con Gengis Khan por una larga estepa
y un buen caballo,
con Ibn Batutah y Marco Polo
junto a valkirias que me ungen
entre los muertos de Germania.
Y nadie sospechará,
me dejarán tranquilo
con mi rostro atento,
dirán que cumplo
y me pagarán por ello.
No son palabras
Nos son palabras las que me faltan,
son palabras las que me ahogan
y se vuelven silencios
rebullendo bajo la piel
con fragor de mares partidos,
y se hacen gigantes en los huesos
y crecen
y uno va creciendo con ellas
hasta no aguantar los dientes,
las fronteras de las puertas
el espacio sideral de las calles.
No son palabras
las que no pronuncio,
son tormentas que aniquilan
incendios
mil ejércitos que braman bajo el cielo,
mis palabras
las que nunca faltan
y me ahogan
cuando las vuelvo silencios.
Poema que la muerte espera
Nada es para siempre,
aceptémoslo,
lo eterno se inventa
para no vernos acabados.
Nada dura más tiempo
que una vida;
sólo las aves creen
que el planeta es infinito
sin imaginar que su vuelo
es inferior al de los astros
y que éstos, a la vez,
un día se opacan
y surcan vacíos el silencio
como el corazón de un hombre
que ha dejado de amar.
Por ello, cuando sé
que el amor es el primero en morir,
no dejo de sentir una extraña alegría,
saco una silla al patio
y entre las flores,
dejo a los gatos atrapar
y matar mariposas
en su juego.
Punto de retorno
Jamás se regresa,
volver es un jamás
que nunca cede.
Veinticuatro horas después
somos otros
creciendo inéditos,
buscándonos de la misma forma
cuando niños nos buscábamos en sueños
y no lo podíamos explicar
al despertar,
cuando el sol era blanco
y la gente comenzaba a andar
y ya no estábamos perdidos.
A ese lugar nunca se vuelve
por más que lo intentemos,
somos gente vieja
aún recién paridos.
Tiempo después
Debí ser más original.
tal vez
la obligué a recordar
amores pasados
con mis únicos delirios,
con mis únicas palabras.
Tal vez
las palabras de un hombre
sean siempre las mismas
y seguramente,
las mujeres se cansan
de las mismas razones,
del mismo cielo arriba,
de atarse a sueños ajenos
y piensan en ello
y callan…
pero no olvidan.
Pacto viejo
¡Adelante gente del pasado!
Hombres y mujeres de a pie:
bullangueros, trovadores,
esquineros, silenciosos
fumigados
exterminados, hijos del napalm.
¡Adelante!
Con nuestro peso derrumbando alambradas,
con nuestra luz de túnel,
con nuestros brazos, carboneros,
pendencieros, vendetodo,
armandamios,
peace and lovers, revolutsias,
estrellados, amantes, sofocados.
¡No hay lugar para el retorno!
¡Todos venimos empujando!
Apretujados, en vagones,
televidentes,
radioactivos, ametrallados,
sintéticos,
mendigos de los barrios,
menesterosos, hambrientos,
olvidados
realmente olvidados,
estrellas del vacío,
extras de la felicidad…
arriesgados, ignorados,
virtualizers, navegantes
solitarios, niños recién paridos,
úteros, óvulos, esperma,
gestación, largos meses, alegría,
adolescentes, solitarios, adultos,
mentirosos, arrastramasas,
incendiados,
recalcitrantes, asesinos,
bondadosos…
¡Adelante!
Porque este siglo es nuestro
a pesar de lo que piensen
del futuro,
de nosotros, de lo nuevo,
de los siglos por los siglos
amén.
Juicio parcial para un desertor de la poesía
Porque un día hiciste de la poesía
una lámpara maravillosa
y usaste de su genio
la palabra filosa que ahora se herrumbra en la selva.
Porque un día atestiguaste
la fe sin Dios de por medio
y coleccionaste del mundo
los milagros imprevistos del azar.
Porque en las noches
porque en la rabia,
porque juraste ser de los primeros
cuando la luz del día llamara
y araste con metáforas
la infértil materia del olvido.
Porque ahora finges y funges de notario
y te apresuras por llegar a casa
y te sirven en los restoranes
y callas cuando el jefe grita
y te caes de la puerta de los buses
y te sabes las fronteras de los mapas y organigramas
sin acordarte
que un día cruzaste en bandadas los cielos
y diste palabra a los mudos
e izaste banderas de rebeldía
y soñaste más allá del despertador
y de los rechazos al préstamo bancario
y no decidiste morir con el diagnóstico equivocado
que prometía miserias, congojas
y la misma risa burlona que persigue al payaso
de un circo que no funciona.
Porque ahora
se te caen los dientes cuando mencionas poesía
y bajas la mirada
y de reojo, con cuidadosa hilada de santo,
ves pasar la vida
como quien se azora y se persigna al ver pasar un tren en llamas.
89 punto 1
¿Pero por qué, a la vista del pueblo
me sentía un traidor?
¿A quién le estaría arrebatando?
¿Qué se llevaba el camión de mudanzas
aparte de las sombras
y una abuela que rezaba en la cabina?
¿Hacia dónde miraba entonces
cuando Sabanagrande –palabralargacomohorizonte-
iba clavándose, como una estrella más
en las piernas y manos
de aquella hermosa Cruz del Sur?
89 punto 2
Si no lloraste no viviste,
y había tanto por qué llorar.
Todo muro caía en pedazos,
los grafittis, los videos de las fugas,
el cambio de guardia en Check Point Charlie.
Solidaridad
era una bandera que ondeaba en el Vaticano,
y La Pasionaria no aguantaba más:
la muerte pasaba sobre el no pasarán!
Ceaucescu era medido a balazos
y la momia de Lenin hacía fila, desesperada,
en los portones de la embajada gringa.
Si no lloraste no viviste
el golpe definitivo
la retirada de Soyapango
y el último beso de la brigadista irlandesa
a su compañero de armas,
la flor, la pañoleta de noche y sangre,
los últimos comicios para elegir la vida,
el golpe de mano a Mano de Piedra Durán
el matrimonio de Maradona
y el Vesubio borracho cantando sus tarantellas.
Si no lloraste no viviste
el estruendo de los cazas, las últimas de Lee Van Cleef,
las cuarenta libras de arena
con que corrían los reclutas enamorados,
la filmina rota y Los cañones de Navarone
rompiendo en salvas por cada novio reclutado.
Si no lloraste no viviste,
fue una época de risa o llanto,
de carnavales
de fuegos en racimo.
El último tanque salía de Kabul
y las primeras amapolas caían
del otoño soviético.
Una fragancia nueva envilecía al viento,
los pañuelos hacían nido en la manos y los niños
crecíamos
simplemente crecíamos
como lo hace la hierba, sin nostalgias,
en medio de toda ruina.
89 punto 3
¿Cómo está el niño
en esta hora de sol plenario,
el pequeño tamborilero
cuyos brillantes ojos bogaban
en las canoas de la hamaca?
¿Aún cargás al fusil de madera
con termitas de nostalgia?
¿Aún cargás contra el cerro
en medio del verde lluvioso,
con amigos
en fila india guerrilla de palo?
¿Cómo está el niño despojado?
¿Cómo sobrevive sin la zarza,
sin la espera,
sin su adulto muerto que recuerda en el poema?
Del viaje impostergable
Dichoso el hombre
que lleva por equipaje un perro.
No se perderá.
Vagará dormido sin la brújula de los sentidos,
vagará entre fantasmas
levemente reales
y llegará hasta donde el hambre
marca con sus cruces
la existencia de algo que fue pasado y sonrisa,
luminiscencia de ojos oscuros,
abrazo en el frío
de las edades perdidas.
Dichoso el hombre
que lleva por equipaje un perro.
No se perderá.
Ni volverá.
Será epicentro de presagios,
fiel
en la balanza de la medianoche,
timonel
en los caminos que abre el invierno,
confidente
de vagabundos solitarios.
Y un día vendrá en que lo llamarán poeta…
vivirá del desprecio
y escarbará en los sueños,
sin vueltas ni gemidos,
mostrará los dientes
y aullará, como un faro
en medio del furor de las tormentas.
Jamás se regresa,
volver es un jamás
que nunca cede.
Veinticuatro horas después
somos otros
creciendo inéditos,
buscándonos de la misma forma
cuando niños nos buscábamos en sueños
y no lo podíamos explicar
al despertar,
cuando el sol era blanco
y la gente comenzaba a andar
y ya no estábamos perdidos.
A ese lugar nunca se vuelve
por más que lo intentemos,
somos gente vieja
aún recién paridos.
Tiempo después
Debí ser más original.
tal vez
la obligué a recordar
amores pasados
con mis únicos delirios,
con mis únicas palabras.
Tal vez
las palabras de un hombre
sean siempre las mismas
y seguramente,
las mujeres se cansan
de las mismas razones,
del mismo cielo arriba,
de atarse a sueños ajenos
y piensan en ello
y callan…
pero no olvidan.
Pacto viejo
¡Adelante gente del pasado!
Hombres y mujeres de a pie:
bullangueros, trovadores,
esquineros, silenciosos
fumigados
exterminados, hijos del napalm.
¡Adelante!
Con nuestro peso derrumbando alambradas,
con nuestra luz de túnel,
con nuestros brazos, carboneros,
pendencieros, vendetodo,
armandamios,
peace and lovers, revolutsias,
estrellados, amantes, sofocados.
¡No hay lugar para el retorno!
¡Todos venimos empujando!
Apretujados, en vagones,
televidentes,
radioactivos, ametrallados,
sintéticos,
mendigos de los barrios,
menesterosos, hambrientos,
olvidados
realmente olvidados,
estrellas del vacío,
extras de la felicidad…
arriesgados, ignorados,
virtualizers, navegantes
solitarios, niños recién paridos,
úteros, óvulos, esperma,
gestación, largos meses, alegría,
adolescentes, solitarios, adultos,
mentirosos, arrastramasas,
incendiados,
recalcitrantes, asesinos,
bondadosos…
¡Adelante!
Porque este siglo es nuestro
a pesar de lo que piensen
del futuro,
de nosotros, de lo nuevo,
de los siglos por los siglos
amén.
Juicio parcial para un desertor de la poesía
Porque un día hiciste de la poesía
una lámpara maravillosa
y usaste de su genio
la palabra filosa que ahora se herrumbra en la selva.
Porque un día atestiguaste
la fe sin Dios de por medio
y coleccionaste del mundo
los milagros imprevistos del azar.
Porque en las noches
porque en la rabia,
porque juraste ser de los primeros
cuando la luz del día llamara
y araste con metáforas
la infértil materia del olvido.
Porque ahora finges y funges de notario
y te apresuras por llegar a casa
y te sirven en los restoranes
y callas cuando el jefe grita
y te caes de la puerta de los buses
y te sabes las fronteras de los mapas y organigramas
sin acordarte
que un día cruzaste en bandadas los cielos
y diste palabra a los mudos
e izaste banderas de rebeldía
y soñaste más allá del despertador
y de los rechazos al préstamo bancario
y no decidiste morir con el diagnóstico equivocado
que prometía miserias, congojas
y la misma risa burlona que persigue al payaso
de un circo que no funciona.
Porque ahora
se te caen los dientes cuando mencionas poesía
y bajas la mirada
y de reojo, con cuidadosa hilada de santo,
ves pasar la vida
como quien se azora y se persigna al ver pasar un tren en llamas.
89 punto 1
¿Pero por qué, a la vista del pueblo
me sentía un traidor?
¿A quién le estaría arrebatando?
¿Qué se llevaba el camión de mudanzas
aparte de las sombras
y una abuela que rezaba en la cabina?
¿Hacia dónde miraba entonces
cuando Sabanagrande –palabralargacomohorizonte-
iba clavándose, como una estrella más
en las piernas y manos
de aquella hermosa Cruz del Sur?
89 punto 2
Si no lloraste no viviste,
y había tanto por qué llorar.
Todo muro caía en pedazos,
los grafittis, los videos de las fugas,
el cambio de guardia en Check Point Charlie.
Solidaridad
era una bandera que ondeaba en el Vaticano,
y La Pasionaria no aguantaba más:
la muerte pasaba sobre el no pasarán!
Ceaucescu era medido a balazos
y la momia de Lenin hacía fila, desesperada,
en los portones de la embajada gringa.
Si no lloraste no viviste
el golpe definitivo
la retirada de Soyapango
y el último beso de la brigadista irlandesa
a su compañero de armas,
la flor, la pañoleta de noche y sangre,
los últimos comicios para elegir la vida,
el golpe de mano a Mano de Piedra Durán
el matrimonio de Maradona
y el Vesubio borracho cantando sus tarantellas.
Si no lloraste no viviste
el estruendo de los cazas, las últimas de Lee Van Cleef,
las cuarenta libras de arena
con que corrían los reclutas enamorados,
la filmina rota y Los cañones de Navarone
rompiendo en salvas por cada novio reclutado.
Si no lloraste no viviste,
fue una época de risa o llanto,
de carnavales
de fuegos en racimo.
El último tanque salía de Kabul
y las primeras amapolas caían
del otoño soviético.
Una fragancia nueva envilecía al viento,
los pañuelos hacían nido en la manos y los niños
crecíamos
simplemente crecíamos
como lo hace la hierba, sin nostalgias,
en medio de toda ruina.
89 punto 3
¿Cómo está el niño
en esta hora de sol plenario,
el pequeño tamborilero
cuyos brillantes ojos bogaban
en las canoas de la hamaca?
¿Aún cargás al fusil de madera
con termitas de nostalgia?
¿Aún cargás contra el cerro
en medio del verde lluvioso,
con amigos
en fila india guerrilla de palo?
¿Cómo está el niño despojado?
¿Cómo sobrevive sin la zarza,
sin la espera,
sin su adulto muerto que recuerda en el poema?
Del viaje impostergable
Dichoso el hombre
que lleva por equipaje un perro.
No se perderá.
Vagará dormido sin la brújula de los sentidos,
vagará entre fantasmas
levemente reales
y llegará hasta donde el hambre
marca con sus cruces
la existencia de algo que fue pasado y sonrisa,
luminiscencia de ojos oscuros,
abrazo en el frío
de las edades perdidas.
Dichoso el hombre
que lleva por equipaje un perro.
No se perderá.
Ni volverá.
Será epicentro de presagios,
fiel
en la balanza de la medianoche,
timonel
en los caminos que abre el invierno,
confidente
de vagabundos solitarios.
Y un día vendrá en que lo llamarán poeta…
vivirá del desprecio
y escarbará en los sueños,
sin vueltas ni gemidos,
mostrará los dientes
y aullará, como un faro
en medio del furor de las tormentas.
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