sábado, 21 de septiembre de 2024

Arrival: el tiempo nos habla

 


Arrival: el tiempo nos habla

“Sólo somos capaces de predecir desde el pasado” (S. Hawking)

 

Arrival (La llegada, por su título en español) es una de las más introspectivas películas de Denis Villaneuve y, en mi forma de verla y sentir su signo, un homenaje más -versionado en su genialidad- a 2001 Una odisea espacial, de Kubrick y Clarke. En Arrival, del novelista  de origen chinoTed Chiang, se nos plantea entrar al monolito, esta vez flotante, pero tan enigmático como el original entre los homínidos de 1968. ¿Qué había adentro de aquel monolito? Estrellas. ¿Qué encuentran la lingüista Louise Banks y el físico Ian Donnelly dentro de la enorme nave? Los habitantes de esas estrellas. Los homínidos ya evolucionados palpan el material con que está hecho el asombro, la otredad profunda del espacio sideral. Entran en él y el tiempo y el espacio definen sus caprichosas condiciones, casi como una respuesta existencial a la propuesta de supercuerdas en Interestelar.

“El lenguaje es lo primero que se despliega cuando inicia un conflicto”, explica la doctora Louise al acertar en la traducción del sánscrito “gavesti”, que literalmente significa “deseo de más vacas”. Esta explicación se da a resultas del temor que los militares a cargo de la misión de contacto tienen sobre las intenciones posiblemente hostiles de los alienígenas, y si lo que se está desarrollando es un protoconflicto entonces ¿los alienígenas llegan a la tierra para abordar el conflicto del deseo humano? ¿Llegan para moderar el deseo humano por más vacas o para saciar ese deseo insondable que aborda a nuestra conciencia cuando, como Van Gogh, vemos una noche estrellada y queremos ver más en lo infinito, deformar a nuestro placer el espacio-tiempo? Louise encarna ese conflicto íntimo -aunque universal- que terminará siendo clave para el desenlace de la historia. Una historia de temperancia.

Una de las escenas de revelación más famosas del cine fue aquella de los paleontólogos de Jurassic Park al momento en que el contraplano nos muestra por primera vez al diplodocus y su manada, renacidos gracias a la animación más fiel hasta la fecha. El asombro que Spielberg nos logró transmitir con los dinosaurios vuelve a estar presente con la solemne aparición de la nave en Arrival, pero más allá, y esencialmente, con la revelación física de los alienígenas, especie de pulpos sabios y comedidos, llenos también de la idea humana de inocencia que solemos dar a los animales para evitar disminuirnos ante su inteligencia. Pero esto se hace trizas cuando los visitantes comienzan a mostrar su lenguaje escrito, tinta de mar, al fin y al cabo, efímera y soluble como los sueños cuando despertamos a la realidad.

La denominación que los militares le han dado a las naves es “shelled”, cascarón en español, ofreciéndonos la descripción de un organismo oculto que estamos obligados a exponer, revelar, como el lenguaje mismo. No resulta entonces caprichosos que los alienígenas sean tentaculares, pinzas letradas de un cangrejo ermitaño que también demuestran su mortalidad al desaparecer de escena, por muerte, uno de los encargados del contacto con los humanos, quizá muerte paralela en el tiempo al de la hija de Louise.

La lectura sociopolítica no se le escapa a Villeneuve: de todas las naves que aparecen alrededor del planeta tierra, la única que sufre un atentado terrorista fundamentalista religioso, es la nave que aparece en Estados Unidos, volviendo a lo que ya medio mundo reconoce en la psiquis colectiva de los estadounidenses: el temor a lo externo, ¡y vaya que hay temor! Los alienígenas demuestras ser, además de inteligentes y sabios, bastante sutiles, y las sutilizas culturales no van bien con los norteamericanos. Los heptápodos son el enigma absoluto y la bondad posible debe enfrentarse con las armas preventivas. “No hay ninguna relación entre lo que un heptápodo dice y lo que un heptápodo escribe”, nos dice la lingüista Louise. “Lo que nos escriben es escritura semiasográfica, es decir, que nos transmite significado y no representa sonidos. A diferencia del habla sus logogramas son atemporales”, y es por esto que el idioma humano más cercano a lo atemporal es el chino y es este idioma, con su civilización, a la que prefieren acercarse los alienígenas para revelarle a Louise su destino privilegiado para salvar la humanidad de la autodestrucción. El general chino que desactiva la guerra inminente entre occidente y oriente se acerca al oído de Louise para revelarle lo que le dijo en su desesperada llamada desde la base militar. Ella le hizo reconocer lo atemporal. El asombro de la relatividad y la inocencia como signo cuántico. “Papá y mamá hablan con animales” dice en uno de los flashbacks inversos la hija de Louise en el futuro.

Una lengua como el inglés actual en su hegemonía consumista, lleno de siglas y simplificaciones funcionales, reduce todo lo que ve, lo abrevia, lo fragmenta, le quita -en gran parte mecanicista- sus evocaciones más sensibles y le da a la hipótesis lingüística  de Sapir-Whorf (hasta qué punto el idioma que hablamos determina nuestra visión del mundo) su mejor conjetura dentro de la película ¿El tiempo concebido y hablado siempre será el amor que atraviesa todas las dimensiones, como en el Interestelar de Nolan? ¿Ese amor, que vale la pena vivir aún conociendo su final, se adelanta siempre al propio corazón? Hannah tendrá que morir de manera infinita y circular como lo es el lenguaje escrito de los heptápodos, como palíndromo es su propio nombre. Arrival nos propone de fin a principio, aprender el idioma de lo que viene de las estrellas, el lenguaje del feto en 2001 una odisea espacial. “Si aprendes heptápodo -nos dice una Louise aturdida a mitad de la película- es posible ver el tiempo como lo ven ellos”.

Ver Arrival es darnos un tiempo para ver el mundo como nunca lo hemos hablado.


F.E.

Septiembre, 2024

 

domingo, 25 de agosto de 2024

Episodio 118, El artista del hambre

 

De los cuentos más conmovedores que tratan sobre la condición del artista en medio del feroz capitalismo, Franz Kafka nos recuerda la urgencia de proteger al gremio artístico como crisol social, resguardo de las últimas esencialidades. En memoria de los poetas hondurenos Edgardo Florián, Leonardo Montes de Oca, Juana Pavón y Gustavo Campos.

https://drive.google.com/file/d/1ADNjxf4RTDCkRl3254GBtmBEtflbdNtX/view?usp=sharing

jueves, 18 de julio de 2024

Episodio 117, De cisnes y Palmerolas

 


La propuesta de crear una prisión de máxima seguridad en las Islas del Cisne (caribe de Honduras), me ha traído el recuerdo activo de la intervención imperialista en el país. El debate está abierto y mucho de peso tiene la posición soberanista como los reclamos en defensa de su ecosistema. Aquí una traducción libre de lo escrito por el blog Hackday.com sobre la radio estadouunidense que operó en la mencionada isla y una reflexión propia sobre lo que significa Palmerola dentro del territorio de Honduras.




lunes, 17 de junio de 2024

Episodio 116, Entrevista a Enrique Medrano por su poemario Los zapatos ahogados


 Con Enrique compartimos una isla en común, Puerto Rico, en diferentes tiempos, pero igual en la memoria de los estudios en la iupi, la hermosa UPR. Desde esas vivencias se va enhebrando la historia de su primer poemario, al que tuve la alegría de presentar hace unos días en el CCET. Nombres de la poesía, atmósferas de Borinken, el cine, la cultura antillana, todo aquí en esta entrevista fechada el 9 de enero de este año. 

https://drive.google.com/file/d/1nHENzyIrLq3lcAVO189zrLOQhylq50Jd/view?pli=1

domingo, 9 de junio de 2024

Episodio 115: Tegucigalpa de mis fragmentos



!Aquí estamos de vuelta en el podcast donde tu memoria pone la música! Y reiniciamos con una entrevista recuperada al poeta hondureño Roberto Becerra en un fragmento del programa Canto en azul y blanco, de Radio Nacional de Honduras, fechado en noviembre del año 2000, hace 24 años. El programa fue creado por su director Wilfredo Godoy y conducido por el poeta Rubén Izaguirre y su servidor. A la vez, una pequeña reflexión sobre antropología urbana de los cambios en infraestructura que he encontrado a mi regreso a Tegucigalpa.

Va el agradecimiento a Johny Anderson y a Saul Mayorquín, por todo el apoyo y patrocinio. A ellos dedico este episodio.

Pasen adelante!

https://drive.google.com/file/d/1mJvTRW0hTc-IniSuCaWovIKcJABiez27/view?usp=drive_link


miércoles, 7 de febrero de 2024

Entrevista a Dark Barahona: Tegucigalpa como una milf

 


Tegucigalpa como una milf.

Dentro de un par de semanas Darwin Barahona (Tegucigalpa, 1980) presentará su libro Un dios underground, que es parte de la trilogía de la que también forma parte Uncle crazy y Sex devil, ambos inéditos.  Estaciones del hambre punk sería como su tour de force. Me ha dado la estafeta para que sea yo quien lo presente. Ya estamos buscando lugar, lo hacemos a lomo de caballo, disparando el arco a galope como los hunos o los cosacos de las estepas. Y de las estepas habla mucho Darko, incorregible viajero que se sumergió una buena temporada en Rusia, Ucrania y Alemania, para luego recalar en esta nuestra milpa, como tanto le gusta decir de Honduras.

Conocí a Dark (sí, tiene múltiples diminutivos: Dark, Darko, Xibalba Star…, así de polisémico como los apelativos que los eslavos le dan a sus seres cercanos) allá por el año 2002, cuando me invitaron a dar una charla creativa al Grupo literario ADAN, que también incluía a Carlos Palma, Dénnis Ávila, Carlos Ordóñez, Rodion Martínez, Guillermo Brune, Zadick Córdova y otros que, desde entonces, siguen siendo para mí piezas insustituibles de la realidad creadora literaria que me motiva a seguir haciendo memoria viva. Luego la noche fue el safari, la plática, el oráculo que hablaba a través de las amistades que convocaban y siguen convocando los bares del centro de Tegus. La narrativa de Darko está hecha de esta transhumancia casi dantesca y llena del abordaje gonzo que tanto apreciamos cuando se trata de darle crónica a la Tegucigalpa oscura que viaja con nosotros, hasta en las pesadillas.

Fabricio

Lo que tendremos ahora es una plática. Hoy es 4 de enero del año 2023, estoy con Darko, Darwin Barahona, narrador, cronista de crónica negra, así como su alias, un xibalba star.

Este término lo acuñaste en tus crónicas en Facebook, ¿verdad?

Darko

Claro, porque a mí me gusta llevarme mucho en el centro de Teguxibalba. Amo Tegus. Y una vez estaba en el Hoyo de Merrian y e poeta Novoa mencionó a Teguxibalba, y empecé a ver todas las escenas de un Xibalba Star… (risas, Rod Stewart en los parlantes de Paradiso: “Da ya think I’m sexi”) Y Florián… gracias que lo mencionés… Flor fue uno de los que más me apoyó, él me enseñó muchas cosas que yo no sabía cómo iba encontrar, libros como el de Christopher Bram, El padre de Frankestein. Digamos ese feedback que es importante para mí, a mí no me importa que seas millonario o no, si tenés un feedback conmigo todo va bien, porque sin crueldad no hay fiesta, como dice Friedrich Nietzche, y volviendo a remosntar ese tema de Xibalba Star es como… bueno, yo pensé que se lo había inventado el poeta Novoa, pero dicen que fue el poeta Vindel (Javier), nunca he hablado con él, pero es un término que ocupamos porque es un realismo sucio-patastera.

F.

¿La patastera por qué?

D.

Es que un día miré a mi padre en su camioneta. Por cierto, ese día lo chocaron, le pegaron por atrás y empezó aquella hecatombe de golpes y todo eso, porque le pegó un BMW y mi padre conduce una Ford tranquila, del año del culo y el tipo que lo chocó me deja sorprendido porque le dice a mi papá que él tiene un pijazo de títulos, y después los dos se perdonaron, entonces yo quedé pensando “wow, estos majes qué energía malgastada”. Es así. Patastera.

F.

¿Sos de Sabanagrande, del sur?

D.

Sacahuato, Sabanagrande, Los Infiernitos, inframundos y todo eso.

F.

Pues no tenías que ser diferente si venías de un lugar cercano a los infiernitos.

D.

Claro, Fab.

En ese momento interrumpen las cervezas, pero Darko también ha pedido un té. Tears for fears canta “Everybody want to rule de world”.

F.

Bueno, aquí estamos viendo la famosa combinación té con Piba (cerveza, en ruso), si los británicos le echan leche los rusos le echan cerveza -apunta Darko.

Contame como fue el proceso de Estaciones del hambre punk. ¿Está basada exclusivamente en Pio Rico (bar del centro, muy visitado por la movida del centro de la capital)?

D.

No necesariamente del todo, porque hay estaciones de cuando viví en Berlín, en Estados Unidos. Esa es una crónica de cómo era mi mundo… ahora soy más tranquilo.

Mientras sigue tomando su Piba-Té, hago la reflexión de que en las lecturas de Dark lo primero que se encuentra es una fragmentación de los tiempos y espacios en que él se mueve. A veces está hablando de un pub en Belfast, de una calle en Berlín, igual que de un estanco puro en el centro de Tegus. Le pregunto entonces ¿cómo asumís esa fractalidad?

D.

Mirá yo lo asumo como un camaleón. Yo soy un camaleón que agarra el color del momento, soy un escritor de método, me gusta experimentar, porque también ha sido muy curioso que he visto ultras, revos de todos los países (barras bravas de fútbol. En este caso se refiere a las barras de los dos equipos más importantes de la capital: Olimpia y Motagua), y hay un respeto que tienen conmigo por este libro de Estaciones del hambre punk.

En toda la entrevista nos acompaña silencioso Eddie Menzi, un músico de combate underground que por cierto momentos me escanea, como si Darko fuera el interrogador bonachón y él la oscuridad que me espera si trastabillo en una pregunta. Al final es un muy expresivo y entra en confianza comedida. Un gran artista. Darko lo mira cuando sube a su vaso de Piba-Té y lo mira de reojo. Lo presenta cuando le pregunto sobre sus relaciones o interacciones en Tegucigalpa.

D.

Eddie Menzi es uno de mis mejores amigos, es pianista (“estudio música clásica”, interviene Menzi), hace de todo.

No falta en ese instante mencionar a Zadick Córdova, el gran Valzak, duo dinámico de las noches de principios de siglo en la que junto a Darko y él nos embarcábamos en la noche de Tegucigalpa sin dejar de hablar de cuentos, zafaris y poesía mad max.

D.

Mirá, él es uno de los pilares, ha creído mucho en mí.

F.

Sí -le confirmo-, siempre te menciona. Me leyó hace mucho rato unas experiencias que tuvo en una plataforma petrolera en el Golfo de México. Decía que eso era bueno para agarrar carácter.

D.

No, es que lo que pasa, Fabri, es que cada quien sabe qué pedo.

Veo hacia la calle, reflexiono a profundidad sobre todo ese silencio que construye esta última frase. Dobo decir que he visto mi propia mirada en muchos cuando una comprensión inasible llega al grupo al decir esta frase lapidaria. “Cada quien sabe qué pedo” es una frase de sabiduría a la altura de un samurai que se apresta a dejar su familia para enfrentar su última batalla, o por igual, es un silencio íntimo que nadie puede indagar más allá, por pudor, por solidaridad. Algo así como en Saving Private Ryan el Cabo Upham -el peor soldado-aprende el trora [1]de la tropa (código cerrado, conjuro grupal para alejar amenazas o afianzar camaradería).

A mí me gusta tanto Teguxibalba, es mi ciudad -continíua Darko- , yo camino por todos lados aquí, nunca me ha pasado nada, “hey, ahí viene el Dark… pum!”, allá otro me saluda. Me gusta escuchar a los chikis. “¿Me puede regalar un libro?”, esto esto esto… ¡amo Teguxibalba! Para mí es como una Milf que quiere ser niña y anda con los ojos bizcos como Oh Fortuna. Mi abuelo siempre me decía este es tu país y a cualquier lado que vayás sentite seguro.

F.

Tegucigalpa termina aceptando a los seres de la noche, los protege de alguna forma ¿verdad? (Deff Leppard asume la música ambiente, “Hysteria”)

D.

Oime! La última vez estuve bebiendo ahí con los chikis, y me dijeron Darko… te protegemos.

No puedo dejar pasar la referencia de los chikis comentándole a Dark sobre los textos que abren mi libro de cuentos La Era Pre Schuman, Las crónicas del chiki. “Su lenguaje es autodeterminativo” -le digo- “una consigna espacial”.

D.

Ese es el futuro. ¿Por qué creés que cuando me dice un chiki, “hey Darko, mera pija, me gusta lo que hace”… yo siempre planteo un post. Me pierdo un mes y los chikis están de que u, hey Darko, qué pasó. Hacer lo que hago es como un acto de rebelión, es decir, hey, este es mi aporte a la sociedad. Anarquía, nihilismo. Hay momentos en que uno quiere desaparecer como Rimbaud, quiere ser como Gauguin. En post de Facebook he tirado tres novelas, en sincronía. No me quejo. He hecho otra reedición de mis tres libros. Flor (el poeta Edgardo Florián, ya fallecido) siempre me decía: puta maje, si yo vendo confites… lo extraño, porque si no hubiera sido por él no publico ni mierda.

F.

Contame, ¿Cómo se miraba Honduras desde el bar más perdido de Kiev?

D.

Hermoso. Sabés, Honduras significa nada en ruso. Y los majes me decían siempre Yuri, Yenka, Sasha… Sasha es un nombre privado, en público es Alexander… y me decían por qué putas no me llamaba Hugo, porque en ese tiempo estaba Hugo Chavez. La depresión que cargaban ellos es muy poderosa, pero yo sobreviví a eso. Yo los miraba leyendo a Pushkin, es un león… respeto mucho a Chejov y a Perlman, el creador de la ciencia ficción. (Suben el volumen en Paradiso, Guns n’ Roses toca las puertas del cielo}

F.

La intertextualidad es muy notoria en tu narrativa. Decime la intertextualidad que te brinda Tegucigalpa.

D.

Pues sí que tiene: ¡todas las personas con que me llevo… soy un ladrón de historias! Yo no puedo venir y ser puro, los chikis me dicen ¡ay, escribís sobre mí! Y tengo influencias de Waltz, hay que gente que dice de Bukowski, pero no, quizá Michel Houellebecq… Günter Gras también, leerlo en alemán es bien complicado. Yo estuve estudiando alemán por siete años, lo hablo. Y ni qué hablar de La Divina comedia. En mi círculo íntimo hablamos de cine, de música, pero tengo mis otros amigos que me van a llorar porque no saben ni pija, y tengo los otros que son buitres.

F.

Lo que has visto de cine ahorita ¿qué te interesa?

D.

Miré esa de Reptiles (dirigida por Grant Singer), me gustó. A mi me gusta el cine bien lento… sale Alicia Silverstone, y por cierto le mando un saludo a mi novia que se parece a Silverstone.

F.

Uy sí, el regreso de Alicia desde los video clips de Aerosmith, en su gran salto mortal de las musas resucitadas. Pues bien, Dark ha estado siempre presente en una generación muy mía. Puede ser como un Plutón del sistema solar, definirse si existe o no como planeta. Darko siempre ha estado en el circuito poético y narrativo de Tegucigalpa desde que yo tengo memoria. ¿Cómo te has sentido de no estar en el centro?

D.

Yo me siento complacido, porque crecí en un ambiente muy intelectual. Mis tíos les dieron clases a ellos. Mi tío poeta Fausto Maradiaga, Alexis Hernández, fueron profesores de ellos y eso marca un privilegio que tuve al crecer con las personas correctas.

Justo en este punto de la entrevista, por telepatía, Anita, la administradora de Paradiso, pone Crazy, de Aerosmith. Los retratos en las paredes del patio se estremecen, como hojas del árbol del bien y el mal enfrentando las ondas herzianas de aquello que no tenía previsto cantar Pablo Milanés, Serrat y todos aquellos que eran el fondo musical del Paradiso de los años noventa. Y no es que Aerosmith sea la moda hoy, es que cada quien carga su música, como si una ouija relevara la aguja de un viejo long play y a pura música adquiriera sentido este lugar de reecuentros y fantasmas. Darko retoma:

Crecer con mis tíos era increíble porque a mi primo Leo lo castigaban leyendo a Charles Dickens… pues entendí que no es que me sienta como Plutón, pero si entendí el mensaje. A mi me gustaba mucho leer a Dostoyevski, a Solyenitzin. Me gustan las maratones, no me gustan las carreras de cien metros, y yo nunca le dije a los amigos que seleccioné (que escribía), ellos se dieron cuenta por sorpresa.

F.

Definitivamente la literatura rusa es tu predilección.

D.

Davai, davai! Definitivamente tengo mi cultura vertebral en ellos. Me gusta mucho Mayakovski pero la mera V. es Pushkin. Leí El Doctor Zhivago de Pasternak, a Nabokov.

F.

¿Y cómo sentís cuando vas allá, a la aldea?

D.

Amo a Honduras. No publicaría en otro lado. Amo todo lo que produce Honduras, aunque sea gangrena. El Dios Underground trata de un tipo que es millonario y quiere estar en estado de coma. A veces creo que El Dios Underground son las drogas… el quiere estar en estado de coma y le pegan la vivida de su vida porque se encuentra a un doctor ruso, y lo engaña, y le roba los órganos. Entonces se vuelve un super héroe. Es el primer libro de la trilogía. Siempre está hablado en primera persona, como memorias.

F.

¿Qué necesidades ves en la literatura hondureña actual?

D.

Vivir. Vivir y viajar.

F.

Viajar no solo es imaginar, ¿no es así?

D.

Si vos tenés la oportunidad de ir a Tela debés imaginar la creatividad, porque sino te volvés operario. Ya porque sepás usar Photoshop o Illustrator no te hace diseñador gráfico, solo porque alguien te dice que sos mera V creando si no tenés feedback no tenés nada. Al viajar activás tu visión periférica, tu intuición se vuelve más tigre, más jaguar.

F.

Bueno, tenemos cuatro conceptos aquí: Tegucigalpa como una Milf, tenemos a Teguxibalba Star, tenemos el entender a Darko inseparable de la literatura rusa y alemana, y tenemos el sentido del viaje. ¿Cuánta de esa literatura que has leído has encontrado en Honduras?

D.

Mirá, eso es lo hermoso de Honduras. Es como mirar a Picky Blinders desde el ángulo de Arthurs, estamos en esa época. Vos sabés muy bien que todos somos un barómetro social, cada sociedad va a tener su narco pijudo o su artista pijudo. Vos tenés al narco que refleja lo que sos en tu país, y también tenés al artista que refleja a tu país (Dust in the wind, de Kansas, inicia sus arpegios. Casi veo la ventisca de polvo entrar por el portón, como aquellos polvos del Sahara que atestigüé en Puerto Rico). Eso es Darko Barahona. Me gusta ser como yo. Sin límites, pero también pienso en los niños, en la juventud y todo eso. Porque decime vos, ¿Cómo se llamaba el man que llevó la nodriza hasta la luna? Todo mundo piensa en Armstrong. Una persona se hace famosa cada diez minutos en el mundo, no sé, tenés al Facebook. Yo he conocido gente que sacó un préstamo para sacar una Toyota Prado y vive en el Hato de En medio (residencial capitalina)… somos la patastera.

F.

Como los dandys de Nigeria vestidos de alta costura entre los charcos. Full guajeados.

D.

La ideosincracia de nosotros es un fenómeno. Yo que he viajado, que entro y salgo de aquí, lo olvidás. Ahora que hay mucho venezolano y haitiano seremos un montón de fucking razas mezcladas. ¡Amo eso!

F.

¿Has leído la ciencia ficción de Javier Suazo? (“Cuentos de ciencia ficción del tercer mundo”)

D.

No fíjate. Por eso te digo que hay que conocerse, hacer feedback. He leído un cuento de Calton Bhrul, de Albany. A Giovanni Rodríguez. A Darío Cálix… Gustavo Campos es la mera V. Sólo te digo algo más: mi chica sabe que Dark Barahona odia los calcetines blancos y las luces blancas. Ella sabe que mis bandas favoritas de Black Metal son Satyricon y Darkthrone. Ella sabe también que no me gusta la impuntualidad y para rematar le gusta que hable varios idiomas. Fanculo tutti! La ONU!

El cierre musical ambiental no es de Black metal en Paradiso, pero no hay duda que algo de nostalgia romántica hizo que Darko recordara a su novia, así que los herz que carga de sí mismo le han dicho a Anita que ponga Whitout whitout you, de U2. La cosa termina al suave, entonces, fiel al sabor de la Piba-Té. Indefinible underground.



[1] Trora es la frase de “desactivado” que utilizabamos los niños hondureños para igualar una acción o recuerdo compartido. Por igual neutraliza una penalización en el juego de la patada en el que se debe gritar la palabra trora para evitarla.

miércoles, 27 de diciembre de 2023

Sur del mediodía: una reseña de Guillermo Acuña, Costa Rica

La siguiente reseña fue escrita por Memo para la presentación del poemario en los salones de la Universidad Nacional de CR, en la edición del Festival Internacional de Poesía de Costa Rica, 2015. 


El sur es un lugar que reconozco

Una cálida tarde de diciembre pasado en Tegucigalpa (2014), conocí a Fabricio. Tenía referencias de su trabajo, de su animosidad y de su compromiso por amigos comunes que me fueron relatando sus historias, primero en la resistencia, luego en su convencida propuesta política. Nos saludamos. Nos dimos la mano. Creo que ese será el único momento en que Fabricio y yo nos daremos la mano en la vida, pues a partir de allí es obligado el abrazo y el acompañamiento. Así, como hermanos.

Ese mismo diciembre me acompañó solidario a la presentación de Amares, publicado por las amigas de Editorial Ixchel, de Honduras, Venus y Karen. Conocí el mítico Café Paradiso, abracé al icónico poeta Paredes, nos bebimos una cerveza en honor a esto que somos.

Meses después, volvíamos de un hermoso encuentro poético en Xela, llenos de luz, historias y sueños. Fabricio nos deleitó con su conversación y su verbo, sus trabajos con los grupos urbanos en Tegucigalpa, o la vez que estuvieron en la cárcel él y sus amigos, solo por el sospechoso rasgo particular de ser poetas.

La noche anterior, en un cierre extraordinario e inesperado del festival, me había hecho conocer Los compas, los mismos que cierran este hermoso libro que hoy presento con mucha emoción.

Es este un trabajo en ruta con tres direcciones. “Sur del mediodía” es una entrega de un ejercicio ya realizado en el 2013, que vuelve a ver la luz en este San José indefinido, metafórico, i-rreal.

Este es un libro-viaje a un país que puede ser uno mismo, lleno de paisajes, bordes, gentes, homenajes. Lugares como islas, andenes y parques, muy cercanos o bastante lejanos, repletos de defensores de la luz, que una vez quisieron amar a la patria y sucumbieron, lleno de espantapájaros de hojalata que esperan ser salvados, cargado de poemas como niños que conocen el infinito sin mediar la palabra, aunque la ausencia quisiera ser nombrada.

El sur existe. Lo que es nombrado por primera vez (como la lluvia, por ejemplo) y la historia oficial no señala, por encontrarse en el pasado y detrás de la línea que define lo que vale en la memoria. Existe y tiene gente. Gente del sur.

El sur es todo lo que hay en eso que Fabricio llama geografía de lo extraño: a la izquierda el corazón y la vida, la práctica, la resistencia, el afecto, el frío canalla que deja en pie a los congelados. Para llegar a él no es útil la cartografía oficial, lo que los libros nombran, los mapas cuentan, pues los planos se despliegan en un papel imaginario.

Podríamos encontrar un correlato de esa geografía en dos textos hermosos y contundentes:

“Esta es la geografía de lo extraño, de lo que pocos cuentan en sus cartas de viaje y a lo que yo doy mucho crédito ante los mapas vacíos”.

“A la derecha

los límites de velocidad

las señales de no girar.

A la izquierda va el paisaje,

el sol cayendo rojo

como rojo mango

en la lenta luna.”

En este libro nos mueven viajes que nos ocurren como región. El Ticabús de la nostalgia. El niño que va de espaldas en un tobogán. Cuerpos de agua que van y vienen, como ese viento sin amarras. Viajes de los que no se regresa, pues se permanece solo para ser convencido.

Pienso entonces en esos migrantes de lo cotidiano, los sin papeles, los que llenan de historias las fronteras de esto que somos, los que se trazan rutas para llegar, si es que llegan, a sus verdades, sólo para convencerse, como ha dicho ya Sayad, que la nostalgia puede ser el motor de sus viajes incesantes. Somos piel de caminantes.

Fabricio y yo, todos nosotros, vivimos en una región llena de esos tiempos, de esos héroes anónimos y vigorosos que tejen como topos las historias de nuestros países que un buen día llamaron Centroamérica. Vivimos en lugares donde es necesario imaginarse órdenes, como el niño que se cubre los ojos para hacerse invisible, como esos países de nunca jamás en sus himnos.

“Yo siempre elijo las ventanillas que dan al sur.

Por la derecha suben siempre los policías,

por la izquierda

emigran los pájaros”.

Este libro nos entrega cientos de imágenes desde el lápiz de un fotógrafo de corazón de hierro y lata, que va captando lo que ve, en su vieja cámara de tonos sepia, pulmón de cuarzo: la mortalidad inmediata del mar y su primera vez primera, la ballena recurrente, la ciudad y sus árboles como recuerdo, la ciudad vieja y su silencio, las plazas con regazo que alivian el dolor de la gente, las fotos de familiares presos que podrían estar en estos momentos en el más absoluto de los olvidos, el polvo de un país que se derrumba (acá nos recuerda el poeta la insoportable realidad de las cosas, el trajinar de una región llena de golpes de estado, exclusiones, expulsiones, marginalidades, realidades fácticas).

La cámara como constelación de cuerpo que se une con el poeta para mirar más allá de lo que el ojo percibe. Este es un libro con una voz tiernamente desgarrada, llena de tonalidades donde la id y el regreso pululan y se resguardan, acometen y se contraen.

“Respiro y hablo,

advierto y predigo,

y aún así nada es suficiente”.

Es un pasaporte donde el poeta espera por el amor raro de las irlandesas, se declara duro, pero se derrumba con la sal y sus aguijones (“Llevo también la estampa de una familiar preso y golpeado”), se apertrecha en una identidad marcada por la angustia de la pregunta sobre quién es:

“¿De dónde es usted?

¿para quién escribe?

¿Cuánta tierra le tomará para volver a su tierra?”

En este viaje del poeta hacia el centro y el sur, reconoce que se puede mentir a la ley del movimiento, pues hay instancias y parajes que no necesitan ser conocidas de cuerpo presente, aunque creamos estar allí, apreciar sus olores y sus ritos. Conoceremos el hielo, amaremos en Escandinavia, traficaremos con dulces de Esquipulas. Seremos entonces empleados por las horas. Hablaremos en conversaciones donde lo central no sea la poesía, sino el silencio.

 

De todas esas cosas, estoy seguro, nunca seremos salvados.

 

Guillermo Acuña

Heredia, Costa Rica

13 de octubre de 2015.