Foto: Fabricio Estrada
Tardes completas en que esto se va a pique y los platos giran sobre la mesa sin caerse.
La proa anegada como la cama al que el cuerpo baja, en sueños, para enredarse en las redes mal hechas por una multitud de ancianos y piratas desarbolados.
La última hora captada por la antena habla de trescientos ahogados en el galeón Concepción. Igual que hoy, 30 de octubre de 1641 algunos construyen su balsa y cruzan La Mona desde República Dominicana e intentan no convertirse en estadística de tiburones. El asunto es que la tarde sigue escorando y los tripulantes de mi bochorno hacen lastre y demasiados nudos para las velas.
Cada quien sabe dónde cruje la quilla.
El huracán parece hermoso si se canta -vagas anotaciones en mi bitácora cuando la cerveza corre
y su aluminio es boya que ubica al ahogado. Tardes completas en que esto se va a pique, carabelas, naos, canoas, bergantines o falsos cruceros nocturnos que se desprenden como pedazos de ciudad.
desde arriba, percibiendo con su radiofrecuencia hasta el último latido de nuestro pulso acelerado, registrando el último parpadeo de nuestra señal roja casi satélite casi constelado abandono junto a mil puntos rojos de igual número de aviones perdidos en la oscuridad que se alejan, se alejan hasta posarse, quizá, en el viejo cometa de níquel en que se fue convirtiendo nuestro corazón.
F.E.
No hay comentarios:
Publicar un comentario