"Camarada, si la revolución lo requiere habrá que estar preparado para todo", me dijo Manuel entre las prisas de quién presentaba o no en el cierre del Festival Internacional de Poesía de Costa Rica. Me reí pero sabía a la vez que Manuel estaba hablando muy en serio, como seriamente divertida eran sus presentaciones junto a Ernesto García ¿Divertidas? No, corrijo, ¡tan humanamente frescas!Porque así se destruía el mito de la pose y comenzaba a correr la savia poética entre los presentes, como licor de menta o de puro Cacique tico. El asunto era saber en qué tiempo iba Manuel, porque bien podía haberse escapado de una toma de carretera o de un mitin obrero-estudiantil, todo con tal de llegar a tiempo a la lectura y darle continuidad a una militancia más cercana a la piel que a la consigna. Y claro, cuando me leyó sus poemas no pude reaccionar más que con la felicidad de haber encontrado a un amigo que podía contarme, con natural lenguaje poético, lo serio que es una ruptura amorosa, sin dramas ni perversas dilataciones. Bukowskiano amor de serie B que liga perfecto con un cognac cortazariano, pura cultura novissima de versos casi cantados... Catulo en una taberna de Tatooine mientras la puerta se cierra y ella se va.
Los siguiente poemas pertenecen a su poemario inédito Los hombres mentimos en centímetros.
Adolescencia
I.
Esos
escombros que llevan
las
hormigas al abismo,
son
mis sueños,
resulta
que si podían masticarse,
como las ganas que exhibe mi abuela
como las ganas que exhibe mi abuela
cuando
no tose.
La bandera de mis suburbios
La bandera de mis suburbios
lleva
como escudo algún recuerdo,
Alicia
en bikini,
Berenice
observando la ciudad tras sus montañas
Carolina haciendo un grafiti de uñas
Carolina haciendo un grafiti de uñas
en
mi espalda,
Salomé
recogiendo algo del piso
para
ver como pierdo la cabeza,
o
cualquier otra ilusión
que
hizo amaneciera más tieso que de costumbre,
cada
día aparece una más linda que el resto,
y
siempre termina con un guapo cualquiera.
II.
Debajo de mi panza
Debajo de mi panza
la
lujuria de veinticinco libélulas suicidas
levanta
mi sexo,
y
emula la trayectoria
del
columpio de mi infancia,
en el parque donde quienes estudian para yonkis
se entierran en la nariz,
en el parque donde quienes estudian para yonkis
se entierran en la nariz,
el
polvo que hace las navidades,
de
la ciudad abismo donde un poeta deambula
por
la vereda del hartazgo
ante la atenta mirada de los niños.
Hoy recuerdo las grietas
ante la atenta mirada de los niños.
Hoy recuerdo las grietas
en
los ojos de mis amigos muertos,
a mi padre vigilante en la parte de atrás de un carro,
aquella noche mamá quiso ser de piedra
la gemela de su alianza
a mi padre vigilante en la parte de atrás de un carro,
aquella noche mamá quiso ser de piedra
la gemela de su alianza
le
rompía los botones
a un vestido que nunca llegó a estrenar.
a un vestido que nunca llegó a estrenar.
III.
No
sé qué fue de los besos del colegio
cuando
jugaba al escondite americano,
esperando que Maga por fin renunciara
esperando que Maga por fin renunciara
a
las envestidas de guapo del grupo,
pero
no fue,
siempre
me toco repasar los elementos
de
la periódica tabla de mis ganas en soledad,
nunca
piernas largas alrededor de mi inocencia
o
un arrebato para ensuciar algún calzón blanco,
Suspiraba
por las tetas enormes de María
mientras perfeccionaba
mientras perfeccionaba
el
arte de masturbarme a mano torpe
solo para llorar,
solo para llorar,
soñaba
que esa mano era su mano.
Eva se quedó en los quince años de inocencia
Eva se quedó en los quince años de inocencia
chupando
barriletes de diferentes dueños
coleccionando
leche de colores,
aprendí a fumar solo
aprendí a fumar solo
perdí
la cuenta de las veces que no pude con ella,
Cacique, aguardiente, contrabando
Cacique, aguardiente, contrabando
y
cuando había dinero vodka,
siempre terminé en un charco inmenso
como el pez más pequeño
siempre terminé en un charco inmenso
como el pez más pequeño
tragando
el agua de su manantial de mentiras.
Pasear con vos
Pasear con vos
era
como perderse en una calle sin salida
todas
las veces quedé anónimo,
sujeto a la mano de la luna,
bajo las lámparas del Camino de los Perros,
haciendo versos sobre cómo reventar tu escote,
asistir al espectáculo
sujeto a la mano de la luna,
bajo las lámparas del Camino de los Perros,
haciendo versos sobre cómo reventar tu escote,
asistir al espectáculo
del
aire frío endureciendo tu pezones,
ya estarás jadeando lista para guardar mi nata
ya estarás jadeando lista para guardar mi nata
en
la nevera de tus cuatro labios,
tal vez hasta se despabilen los libros
tal vez hasta se despabilen los libros
de
mi posible herencia,
pero lo único cierto era aquel gato cabrón,
pero lo único cierto era aquel gato cabrón,
que
me observa mientras hablo solo,
a diario se burla de mi lado tierno.
a diario se burla de mi lado tierno.
IV.
Ahí lo tienes
eso
es todo,
lo
que fui,
que
es lo a veces soy,
de esa forma cubrí mis años
de esa forma cubrí mis años
con
esta piel de hombre,
y cada día
y cada día
sé
menos que hacer con ella.
-“¿No te llamas Alicia?“-
lo peor no fue su respuesta
o esa sonrisa cómplice
que se colgó mientras se sonrojaba,
sino fue la negativa de siempre,
no ando provocando nada
busco algo cierto.
Vivo
sin que a nadie le importe:
soy
ingeniero de toboganes
busco
bajar y terminar
encima
o bajo una mujer,
en
un sillón, una cama, un colchón,
el
suelo que más da,
eso
siempre asustó a mi madre,
y
creo asustaría a cualquier madre.
-“En serio: ¿no te llamás Alicia?“-
no hubo ofensa en la confusión,
me puteo cuando le pedí se llamara Alicia,
las mujeres son muy complejas ciertamente.
Existen
muchas Alicias,
pero
solo una vuelve pasadizo mis ojos,
bota
mis llaves para que no me salga de la cama,
sabe
el arte de bailar,
y
luego mentirme como toda una dama,
sabe
renovar cualquier sonrisa de perfil,
hija
del mar y la luna,
gemela
ilegítima de Mafalda,
condón
umbilical que conecta mis dedos al sexo.
-“En serio: ¿no sos Alicia?”-
el café que chorree en la mañana
me sugirió que podías serlo,
qué obra de arte la cachetada que me planto
encontré odio extremo,
como un chino cuando entras a su tienda
y no le compras nada,
a las últimas tres les pregunté
si se llamaban Alicia,
a las siguientes
por respeto en la segunda cita,
si querían ser Alicia.
Tengo
prohibido recaer,
a
pesar de que todas la noches
lo
único que cambie
es
el día al que pertenecen,
hace
un año me abrí las muñecas,
el
suicidio en mi caso es ridículo,
pero
las heridas
son
excepcionales para no olvidar.
No
sigo enamorado,
ahora
estoy lejano y tranquilo,
como
la luna cuando olvida la ciudad
y
busca el mar para recostarse,
hoy
parece te quiero conmigo,
pero
beso mis cicatrices
y
el invierno te queda grande.
En
fin,
ya
pasaron calles,
los
desfiles de nuevos y viejos amigos,
todos
los ríos cambiaron por sal sus aguas,
y
no volví a majar los cristales
que
lloré unos ojos antes,
ese
verano que siguió a su retiro,
ahora
me gusta imaginar que lo único que estalla
a
la distancia es su risa,
es
ella tranquila y lejana
que
ya no dependo de dios,
o
del azar,
para
crear imágenes nuevas.
No
he olvidado
pero
ya perdoné cada reclamo,
sé
que fallé,
que
fallaste,
que
nos fallamos,
juntos
a final de cuentas
fuimos
una ingrata colección de fallos,
pero
ya no hay nada en el aire que parezca tristeza,
mi
mundo ya no depende de tu boca
o
de la guerra de nuestras pieles,
las
mujeres de mi vida,
desfilan
en una huelga de caricias.
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