"¿Qué hay de cierto en que de haber nacido en Galapagos, según Darwin, ya nos hubieran salido piernas y podríamos caminar y correr y sentir la espuma del mar en la punta de los dedos?"
Estoy seguro que a la misma hora en que hoy por la tarde nos preguntábamos con mi cuñado Wilson el cómo se podría hacer para depurar la policía y detener la matanza delicuencial que vivimos, a esa misma hora, y en miles de mesas simultáneas, muchísimos y muchísimas hondureñas se hacían la misma pregunta, contándose y detallando el último muerto, el último tiroteado, la última coincidencia de amistades que hubiesen perdido a alguien en algo brutal y sanguinario. Y mientras tanto, sin que lo advirtamos ("Y las causas lo iban cercando, cotidianas, invisibles..."), algo comienza a conjurar contra nosotros y nosotras: un nombre mal dicho que se apega irremediable al nuestro, un rostro que ríe similar al gesto que hacemos cuando estamos nerviosos o nerviosas... en fin, algo que busca el pretexto asesino más imperceptible.
Causas y azares
(Silvio Rodríguez)
Cuando pedro salió a su ventana
No sabía, mi amor, no sabía
Que la luz de esa clara mañana
Era luz de su último día.
Y las causas lo fueron cercando
Cotidianas, invisibles.
Y el azar se le iba enredando
Poderoso, invencible.
No sabía, mi amor, no sabía
Que la luz de esa clara mañana
Era luz de su último día.
Y las causas lo fueron cercando
Cotidianas, invisibles.
Y el azar se le iba enredando
Poderoso, invencible.
Cuando juan regresaba a su lecho
No sabía, oh alma querida
Que en la noche lluviosa y sin techo
Lo esperaba el amor de su vida.
Y las causas lo fueron cercando
Cotidianas, invisibles.
Y el azar se le iba enredando
Poderoso, invencible.
No sabía, oh alma querida
Que en la noche lluviosa y sin techo
Lo esperaba el amor de su vida.
Y las causas lo fueron cercando
Cotidianas, invisibles.
Y el azar se le iba enredando
Poderoso, invencible.
Cuando acabe este verso que canto
Yo no sé, yo no sé, madre mía
Si me espera la paz o el espanto;
Si el ahora o si el todavía.
Pues las causas me andan cercando
Cotidianas, invisibles.
Y el azar se me viene enredando
Poderoso, invencible.
Yo no sé, yo no sé, madre mía
Si me espera la paz o el espanto;
Si el ahora o si el todavía.
Pues las causas me andan cercando
Cotidianas, invisibles.
Y el azar se me viene enredando
Poderoso, invencible.
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