viernes, 18 de junio de 2021
Episodio 48, Este volver a Honduras
miércoles, 16 de junio de 2021
Spirit: en tus entrañas encomiendo mi equipaje
Por alguna razón que aún desconozco, venir a Honduras resulta casi como la prueba de un momificado a través del libro de los muertos. Llega el punto que hasta alcanzo a sentir el escozor del natrón en mi nariz, rebusco con ansiedad en mi mochila los vasos canopes que mostraré en migración y voy sosteniendo mi corazón de la misma forma en que Tarkovski le indicó al actor que hiciera con la vela, al atravesar la piscina de su famosa escena.
La aerolínea Spirit es una especie de sarcófago gigante de color amarillo, y retrasa el pesado del corazón a su capricho. Cada hora está enviando actualizaciones del nuevo horario del vuelo y si no se está atento, la puerta por donde uno debe abordar aparece, por ejemplo, de la G4 original en la G14 de la carrerra olímpica dentro de aeropuertos. Así me sucedió: estuvimos hora y media en medio de la pista de Fort Lauderdale, Florida, porque había atasco en la saturada puerta de bajada. Mi horario de conexión era a las 11:30 pm y cuando al fin pude desembarcar eran las 11:40 pm. A esas alturas estaba convencido de que había perdido el vuelo, pero al entrar a la terminal vi a cientos de personas aglomeradas y enfadadas exigiendo embarcar o la conexión que en ese momento les estaban anunciando cancelada. Ahí no había Covid-19 ni nada parecido, ahí era un smashing durante un concierto de Sepultura. La visión me animó, porque significaba que en todas las puertas habrían problemas similares, así que comencé la carrera que solo un marine en Normandía pudo dar, urgido de salir lo más pronto posible de la playa bajo fuego y con todo su equipo a cuestas. Corrí, bufé, hablé en inglés perfecto a la hora de preguntar where is the fucking gate G4????
Cuando creí que ya no daba más llegué, justo cuando anunciaban que la puerta de embarque había sido cambiada a las G14. Quise reclamar y recibí un raspapolvo de la encargada del counter: señor, si usted quiere llegar a su destino corra ya. Me vi arrastrado por fuerzas desconocidas y aún así deseaba arrebatarle las sillas de ruedas a los que se me cruzaban y así poder usarlas como patineta. "Esta es la última llamada para el vuelo NK829 hacia San Pedro Sula". Fui el último en entrar a cabina y para acortar lo sucedido, fui el último en la zona de reclamo de equipaje en San Pedro Sula, el que buscó y buscó y no encontró su maleta, la dulce maleta de rueditas verdes y lona negra, la inocente maleta perdida en un peor limbo de equipajes que las vistas en Toy Story 2. No estoy seguro si quería llorar o cruzarme de piernas sobre el counter para afligir a pura concentración de yogi a la muchacha que intentaba explicarme y tranquilizarme. Yo solo abría la boca para decirle que Spirit era la peor aerolínea del planeta, y ella, más nerviosa que Elon Musk cuando aterriza uno de sus engendros espaciales, quiso darse por vencida e insultarme, pero ambos entendimos que debíamos calmarnos, que en medio de tanto reinicio operacional éramos simples motas amarillas.
Aquí estoy ya, entonces, recibiendo emails que me aseguran que la maleta viene en camino hacia Tegucigalpa. Alrededor de 30 ejemplares de La Era Pre Shuman andan flotando por ahí y significarían una pérdida imprtante para mis pocas posibilidades de hacer llegar personalemente el libro a Honduras.
Insisto: Spirit es lo peor de lo peor: ni siquiera ofrecen un vaso de agua a menos que se compre con tarjeta de crédito.
F.E.
jueves, 10 de junio de 2021
Episodio 47, Lorca de memoria
Cada junio es un inevitable renacimiento de Lorca, así como agosto no fue su final. En este episodio nos vamos a dar repaso a los últimos días de vida del genial poeta andaluz, el momento de su captura y el eco que nos dejó para siempre más allá de los retumbos del fusilamiento fascista.
https://drive.google.com/file/d/15cvg15JNZ4zgOcvE0mCS9-nOty4cw5mN/view?usp=sharing
domingo, 6 de junio de 2021
El Pescador de Sirenas o la reconstrucción de un ángel despedazado
Toda ciudad espera a su ángel o a su poeta. Ahí están
para demostrarlo los cientos de ángeles hechos estatua en multitud de ciudades
alrededor del mundo: desde Berlín a Ciudad de México, o desde Tegucigalpa a
Rilke, porque Rilke es todas las ciudades que se precien de tener su ángel. Los
poetas están ligados a cierto fulgor angelical romántico -y terrible a la vez-
quizá porque reflejan la ciudad que habitan y que, sin dudarlo, están
dispuestos a derrumbar hasta sus cimientos o a proteger, espada en mano, para
que nadie de los expulsados por su claridad se atreva a regresar al paraíso
perdido.
Hay ciudades que esperan por siglos por su ángel-poeta,
a aquel que pueda describir la idea de belleza sublime a la que el alma
colectiva aspira para salir, al menos en lo que dure un poema, de la desolación.
Lo observado por Richard Harding Davis, viajero estadounidense que visitó
Tegucigalpa en 1896, nos acerca a esa espera con una observación que en
principio pareciera llena de una ingenuidad desproporcionada, pero que a la luz
de la poesía se comprende en todo su esplendor: “Frecuentemente admiramos los
adornos dentro de las casas, siendo la mayoría de éstas de adobe, en las
paredes repelladas encontramos pegados periódicos, litografías, comerciales de
20 o 30 años atrás. En una de estas casas encontramos una bien grande de una
mujer, que por casualidad todos nosotros conocíamos, que anunciaba una máquina
de coser. Tan alegres nos sentimos de encontrar una cara familiar, que los tres
nos descubrimos y nos inclinamos muy cortésmente ante ella; pero la señora de
la casa que nos observaba, equivocando nuestra reverencia, la colocó en el
altar de los santos creyendo que era un ángel”. La señora esperaba un
reconocimiento foráneo de una belleza que ella ya relacionaba con algo más allá
de su entorno, así como Juan Ramón Molina debió esperar para su poesía en su
viaje a Río de Janeiro.
Éste es el suspenso que advierto a lo largo de la
novela El Pescador de Sirenas, de Óscar Estrada, vida novelada como los
recortes de periódicos en las paredes de las casas que describe Richard Harving
Davis, con la salvedad de que, en la novela, la ciudadanía y el poder ya sabían
que tenían su ángel, pero necesitaban confirmarlo una y otra vez, probando con
golpes económicos, encierros y destierros al hombre que asumía sin escrúpulos
su posición de poeta total de Honduras. Así, Óscar Estrada va hilando la imagen
de una vida que ha sido repetida como leyenda del modernismo hondureño, y sin
embargo, nos la narra desde el anverso de la tela, donde las puntadas son
dolorosas y descarnadas. El Juan Ramón Molina de El Pescador de Sirenas
sabe que todo lo que toca la Tegucigalpa de entonces se convierte de inmediato
en acto patético, así que lucha, al menos, para salvar su honor de caer en lo
cursi. La tropa de personajes que él mismo crea de sus amigos de parranda en el
bajo mundo de Comayagüela, es en realidad el espejo alevoso de los círculos de
poder al que él ha tenido acceso gracias a su ángel, un poder de
escenarios teatrales baratos donde un cancel de madera divide la sala del
Congreso Nacional de las oficinas del presidente.
La novela que nos ha escrito Óscar con afortunada
técnica periodística -no pudo elegir mejor formato para cubrir, con
mirada de paparazzo decimonónico- el declive existencial de una voz portentosa
que fue apagándose en la misma medida que sus letras se elevaban sobre la
sórdida sociedad que lo acogiera. La transfiguración de mortal a leyenda ya se
había dado en Molina mucho antes que Óscar Estrada escribiera esta novela vital
para la literatura hondureña y centroamericana, pero solo El Pescador de
Sirenas nos conjunta de manera coherente aquello que fue -durante mucho tiempo
y con hálito de nota roja- un ángel despedazado en medio de una cantina perdida
en El Salvador.
Fabricio Estrada
Vega Baja, Puerto Rico, junio del 2021
Las Crónicas del Capitán Snorkel, 15 - Fabricio Estrada
Denle paso a un
rompehielos
Por regla general,
son pocos los que existen y a quienes busco los invento.
Es así como atiborro los bares con amigos inmediatos
le doy una oportunidad
a esos negocios siempre solos y en quiebra donde se amanece
con puñales
y el canto es un corrido anunciando muerte.
Vuelvo a abrir la boca para esfumar todos los nombres
vuelvo a ir de frente como un rompehielos que organiza el mar
a babor y estribor
para que me sigan las sombras y hacer aparecer ante mis ojos
trozos de invierno
témpanos confundidos en el abrazo de las noches.
Por eso lo necio de palpar la pátina de las paredes
como un ciego precoz o un niño aberrado que
con pinceles ajusta la piel
siega
siega pasión por los colores más íntimos de la carne.
F.E.
jueves, 3 de junio de 2021
Episodio 46, El Perú poético visto por Martín Zúñiga Chávez