Desde el inicio del podcast en el 2020, he llevado a cabo un gran esfuerzo de auto-alfabetización digital en el manejo del programa Adobe Audition. La conquista del sonido ideal no ha sido fácil y aún no termina, porque sigo desconociendo el cómo se alcanzan mayores dinámicas expresivas con la ayuda de la técnica. Hay un claro corte de calidad que inicia más o menos en el episodio 30, "Blancas piranhas", porque encontré, casi con bastón de ciego, la potenciación en la voz en el menú más básico. Muero de pena al recordarlo. Pero no es ese el punto de giro. Decidí escuchar a fondo podcast de altísima calidad a disposición en las diferentes plataformas y así, encontré el ritmo con el que me siento cómodo actualmente para contar las historias o reseñas.
En este proceso nunca he dejado de pensar en el cine y su montaje y cada vez que finalizo la primera edición (porque ya sé que existen hasta cinco o más ediciones en lo que he alcanzado a comprender del sonido para el podcast, es decir, mi muy humilde Muro de Sonido spectoriano), escucho ese primer corte con los ojos cerrados. Si no veo un corto o un trailer en mi imaginación es que el episodio no tiene la suficiente potencia.
La reciente incorporación que hecho con la página Splice.com me ha dado detalles muy puntuales en la acentuación y en el ensamble de poemas musicalizados. Intento crear mi propia músicalización en ello, y mantengo la evocación del pop como narrativa flotante esencial.
En fin, cada episodio me ha exigido un parto, en principio dificilisimo y ahora cada vez más lúdico, tanto así que cuando algún amigo o amiga me ha dicho que escucha los episodios con el sonido hardware de su celular siento que algo se rompe dentro de mi oído. Pecado, me digo a mí mismo, ¡anatema! Aunque también debo admitir que si el podcast se logra escuchar nítido en parlantes externos, más allá de los audífonos, significa que ya puedo ir buscando trabajo como ingeniero de sonido con Pink Floyd.
F.E.