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miércoles, 26 de julio de 2017

Puerto Andín, Puerto Rico

Escurridizos como pargos, los aviones apenas me dan tiempo de setear la cámara. La laguna de Puerto Andín, en Piñones-Loiza, no da respiro tampoco. Su belleza me hace retener el aliento y apenas respiro en cada cambio de colores que va dando el crepúsculo en ella. Respiro crepuscular, entonces, y los peces van entre el mangle que a mí me parece la isla Krishna donde Pi llegó en su deriva junto al tigre. Jesús, mi cuñado, pesca junto a Iris y amigos. Yo intento pescar aviones y, en el intento, veo los peces y la iridiscencia de una calma profunda.

















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