miércoles, 28 de mayo de 2014

Vestigial - Óscar Borge, Honduras


Adónde van las lágrimas del hombre en que río de cadáveres se empoza a qué abismo rocoso ruedan sus puños Viajan con su equipaje de despojos retazos de piel y huesos son noche, lluvia con el peso de las hecatombes es el hombre capaz de cargarlas toda una vida es el hombre capaz de hacer caer en el aire el suicidio de su tristeza. Limpias, con su torpe semejanza al mar como si la inmensidad del océano fuera pequeña ante sus cosmos como si dentro de ellas un barco zarpase a naufragar
adentro está 
la humanidad entera.

O.B.

Ciudadano no te confundas - dos autopsias mediáticas

Quien domina la distribución mercantil de la información domina los códigos de esta información. Lo dice Mattelart y se confirma a nivel mundial. La cámara puede estar mostrando un dragón que apareció de pronto en medio de un parque, con todo lo que esto significa para la paleontología, para la épica...para la fantasía de los niños, y el presentador dirá: "un reptil con alas fue visto en zona recreativa creando pánico entre los transeúntes..." Bueno, más o menos este es el discurso instaurado, desprovisto de toda significado transversal, unificado en la propaganda del miedo, de la cobertura del poder.

Hay dos intervenciones públicas de este poder que merecen la atención en la Honduras de las últimas dos semanas.
La primera corresponde al representante del Estado hondureño ante la CIDH, en su defensa ante las acusaciones de los garífunas de El Triunfo de la Cruz, Tela, que acusan al Estado de sistemáticos despojos de su territorio ancestral en detrimento de su cultura, persecución violenta y acorralamiento de sus líderes, todo esto en pro de la inversión privada.

"Quiero hacerle una pregunta -dijo el representante de Juan Orlando Hernández a la representante garífuna- ¿Usted sabía que antes que "ustedes" llegaran a Honduras ya existían pueblos ancestrales como los "jikakes" y estos no se han pronunciado al respecto, como ustedes?"

"¿Qué significa ancestral para ustedes?"

"¿Qué criterios tienen ustedes para considerar garífuna a alguien?"

En esas tres preguntas, el Estado de JOH prácticamente diluyó todos los intentos de gobiernos anteriores por crear un lenguaje de nación y desbarató de un solo golpe la construcción de la supuesta identidad hondureña. Sin ancestros no hay memoria, sin memoria no hay arraigo, sin arraigo el pueblo garífuna debe buscar otro "territorio" o, en su defecto, penar en diáspora en busca de su propio Estado.

Al referirse a los Tolupanes como "Jikakes", el representante estatal utilizó el término "Salvaje" con que los españoles designaron a esta etnia de las montañas de Yoro y norte de Francisco Morazán, saltándose todos los tactos y los esfuerzos de muchos y muchas por designar con su verdadero nombre a los Tolupanes. Revirtió, nuevamente, la lengua tolupán como un auto-escarnio y despreció la lucha de siglos que esta etnia ha llevado a cabo para evitar su extinción ante el acoso de los ladinos.

Y hablando de ladinos, precisamente,  hablando de ese mestizaje incontenible dentro de Honduras, al preguntar sobre los criterios con que los garífunas argumentan su propio origen racial, el representante de JOH lanzó un dardo irónico al hecho de que la intérprete que acompañaba a la lideresa garífuna en su interlocución del garinagú al castellano, fuera "más clara que la piel negra garífuna", una observación que la lideresa garífuna no pudo responder con el filo necesario
.
¿Cuál hubiera sido ese filo? Pues simple: los garífunas son la mezcla racial entre negros africanos con indios Caribes y otros pueblos ancestrales que ya habitaban el caribe y Honduras para 1796, año de su deportación por los ingleses desde la isla de San Vicente, donde se sublevaron. "Ser más clara o más negra" no es una deficiencia ancestral, al contrario, vuelve más profundo el arraigo proveniente de dos pueblos con enorme identidad, tanta identidad que se desbordó hacia la sangre mestiza de todo el territorio nacional, impregnando con sus rasgos y sus ritmos de convivencia a lo que el Estado vuelve utilitario, vitrina folclórica, aprovechamiento deportivo y comparsa.

En síntesis, o es ignorancia total utilizada con alevosía (el arma del ignorante con poder que sabe perfectamente que su propia ignorancia esgrimida como arma duele doble a quien es conocedor pero es impotente), o es el más refinado escarnio de la diplomacia del golpe, bien asesorada por la diplomacia colombiana o israelí.

La otra intervención es la del periodista Eduardo Maldonado del noticiario HCH (Hable Como Habla). Inquietante, grosera y de alto corte "colaboracionista". ¿Colaboracionista con qué enemigo? Sabemos en Honduras que estamos siendo acechados permanentemente: acecha la delincuencia y acecha la contra-inteligencia militar. No es un secreto. El secreto está en cuánto tiempo tarda en llegar el otro golpe. El golpe es indiscriminado, todos somos objetivos. Los voceros, apenas se revela lo inocultable, saltan inmediatamente a negar los hechos evidentes y contrarrestan con la maquinal frase protocolaria: "sin duda alguna estas acusaciones responden a una campaña orquestada por gente que ya sabemos a qué intereses responden".

En las redes sociales está circulando el siguiente meme:

Y aquí es donde comienza la intervención de Eduardo Maldonado, en vivo y en directo con uno de los mayores rating de la televisión hondureña:

"Sin duda esto que está circulando es toda una estrategia de desprestigio a la institución policial. Dejen de atacar, hombre, la policía está capturando a los extorsionadores con mucho éxito, los que hacen esto son gente mala que a saber qué buscan desestabilizar..."

"Pero la policía ya sabe quiénes son los que hacen esto, ya van a ver, la policía ya sabe dónde viven, con quién se llevan... "

"Voy a abrir los teléfonos para que la gente se exprese de esto".

No hay campaña de desprestigio, creo. Cada acción humana en sociedad provoca un mensaje. El mensaje que el ejército y la policía hondureña lanzaron a la población durante el golpe de Estado fue "aquí mandamos nosotros sin restricciones gracias al Estado de Excepción aprobado por los legisladores que aprobaron el golpe... ahora comienza la forma de resolver los problemas de la democracia".

Todo lo que puede expresarse es lenguaje, sin duda alguna, y el lenguaje termina siendo comprendido una vez que se instaura a todo nivel. La población sabe, a pies juntillas, qué tipo de lenguaje habló el estatamento militar durante el golpe de Estado y eso no lo olvida porque lo vive de manera cotidiana. La violencia física y la amenaza verbal se complementan. Se vuelven cultura irradiada desde el poder a través de los medios "colaboracionistas". Existe todo un sistema de "ocupación" del territorio mediático: desde tropas contra-insurgentes a nivel urbano hasta periodistas que dictan el canon del poder implacablemente. La policía y los periodistas tarifados entonces, crean la campaña contra sí mismos, y así lo entiende la población despierta. Sus acciones atacan la institucionalidad, sus alevosías desinformativas, sus atrocidades contra la más mínima expresión ciudadana.

Cuando Maldonado dice que la policía ya sabe dónde viven quienes diseñaron el meme, está confirmando la articulación del poder con sus respectivos voceros instauradores del miedo. Avisa, anuncia y pide a los representantes de la institución a que llamen al programa para advertir lo que sucederá con quienes se atreven a señalar algo de dominio público que se demuestra con la gran cantidad de uniformes oficiales utilizados por bandas criminales en sus masacres. Si bien es cierto no todos son policías activos pero sí indica que el entramado es tan promiscuo que es imposible determinar dónde termina el policía y donde comienza el sicario.

A abrir los teléfonos, Maldonado esperaba una avalancha ciudadana en apoyo a la institución policial pero sucedió lo contrario. Las llamadas se convirtieron en testimonios del horror ciudadano frente a la brutalidad policial. Nadie salió en defensa de la policía. De cinco llamadas nadie. Cinco de cinco antes de suspender la dinámica de opinión al aire y pasar al publicity de un mall.

Por esta vez la estrategia no funcionó pero se insistirá, sin duda, quizá con la otra cara: Renato Alvarez. Lo que deja de insistir en un lado aparece sutil en el otro medio. El uno sirve para golpear con saña y el otro para dar la cara de conciliador: la coreografía mediática en el protocolo de tortura pública institucionalizada.


F.E.

martes, 27 de mayo de 2014

Sur del Mediodía, una reseña de Rodolfo Girón, México


Compartimos la dicha desdichada de habitar en países donde la plutocracia,oligarquía, entre otros, ha monopolizado el poder político, a los fallidos estados nación, al republicanismo, al federalismo, al centralismo, etc., mientras las ramas vitales o sostenes de toda cultura en el planeta son opacadas, dejadas en la inactividad: secuestrada la educación, la indiferencia a la ciencia y la investigación, las artes al desamparo de una cauda de rumiantes. Durante la administración pasada en el estado de Chiapas se concedieron 54 concesiones mineras, en diferentes municipios, aprox. 38, a cielo abierto. Y se efectuó el asesinato de un líder minero en Simojovel, vaya contrariedad; vaya similitud de los fraudes perpetrados, en este lado del orbe 2006 y 2012, en aquél 2013 resuena todavía, por eso cuando afirma nuestro amigo Fabricio que las conversaciones no deben ser siempre todas de poesía. Es entonces donde el poeta tiene la certeza que como agentes de cambio social, éste tiene un lugar y un rol privilegiados en el sentido que se es receptor para lograr la organización que requieren nuestros pueblos. La poesía sirva para dar señales, mensajes, manifestar toda clase de expresiones; la poesía en Fabricio Estrada no se limita a estratificar el rol poético dentro del proceder cotidiano, ambas se ayudan y cooperan, no se limita al puro ideal de la estética hallada en sus versos. Por eso AL SUR DEL MEDIO DÍA pudo haber sido escrito justo tiempo después del golpe de estado en los 60's o más reciente hace ya casi un lustro. O en un internarse a territorios familiares, donde la memoria colectiva está presa entre la apatía, el libertinaje, la decidia, la desesperanza, "lo imposible". Siguiendo esta línea Fabricio, a contrari sensu, se apega a lo que bien dice nuestro hermoso Atahualpa Yupanqui:
"pa cantar bagualas no cuenta la voz
solo se precisa poner en la copla todo el corazón";
Esta poesía que busca coaccionar, con su lenguaje "clásico" pero sin que acontezca desapercibida esa carga de desenfado, ese movimiento hecho abstracción como condición social dentro de una experiencia colectiva inmanente. Al monadismo al que le han apostado los empresarios, las finanzas y toda esas necesidades innecesarias que ahora pueblan los deseos personales de una aplastante e incisiva voluntad por caminos nocivos. Estos intereses, esta red de poder y supremacía (Pretorianismo como teoría política demasiado inestable, confusa) son privilegios de esta clase cupular, que resuelve sus negocios en la sala de espera donde los senadores y diputados descansan o se reúnen luego de haber culminado sus labores. Poesía escrita registrando un fenómeno social de migración, el poeta nos entrega su imago mundi:
"por las noches
la gente del sur afina el oído
y sabe por el zumbido qué tipo de pez
flota en el corazón de los autos";
es así como el colega Fabricio Estrada (Honduras, 1974) en "Más vital que el río es la carretera" ofrece esa sináptica descripción del impacto que han sufrido y quienes se suman a cada instante, año con año, a la escisión de la familia, el entorno cultural, el régimen económico y otras calamidades de orden mayor. Además presenta la particular batahola de esas voces de la emancipación. De autonomía necesaria, de carácter saludable o benéfica para el curso y desarrollo en las deterioradas relaciones sociales, con fenómenos que hace siquiera 20 años atrás muy pocos sospechaban o ya estaban en el estudio de dichos objetos; pero en el automóvil fronterizo que resguarda a la bandera tricolor, alguien introdujo un pez que recuerda, aunque no lo desee, un pez sanguinario, una urbe de tilapias famélicas, un libre tránsito que se quiere erradicar, donde lo absoluto metafísico no encuadra con esta observación que hace Vico, acerca de la espiralidad temporal. Una versión que se ajusta a los intereses de los estados político- religiosos, una cultura por la sumisión y por otorgar las mejillas de un solo probete, al cobarde acto del golpismo. Un pez que rezuma ya demasiadas costras de sangre.

También nos da fiel ejemplo cómo se puede construir poesía durante un viaje hecho rumbo a la perla del soconusco (Tapachula), cómo el escritor de versos debe experimentar diversos ambientes sociales, aunque esto me remita mucho a Marc Augè (Espacios del Anonimato) los no lugares: aeropuertos, centrales de autobuses, lugares de paso. lugares o espacios donde no se concebía como herramientas para seguir creando nuevas condiciones de relaciones sociales ("civilización"), puntos muertos de donde tal vez Fukuyama o Nietzsche optaron por concluir el fin de la historia. Con este tipo de poesía hay que recuperar los espacios: universidades, paredes. Armonizar parques, estaciones de transporte, mercados; medirle el territorio al fundamentalismo en el orbe. Es la educación en las artes, basada en los ejercicios artísticos, como los individuos moldearán sus valores, su conducta y su carácter ético y otras tantas experiencias que son necesarias para forjar cierto modelo de bienestar, pero desligándonos de esa frase en el sexenio pasado VIVIR MEJOR, no, mejor a quién, quiénes, a cuenta de qué. Se trata de VIVIR BIEN, todos, consiste en eso. Es por ello que en este trabajo breve Fabricio nos indica su modelo, su intencionalidad para desvelar a algunas inconformes conciencias populares, esas manchas de aceite que han sido colocadas, por ese alguien caucásico, en el radiador para inmovilizar a la hermosa América Central desde hace mucha cronología atrás.
La poesía como técnica para deconstruir, la reeducación basada en modelos alternos, uno de ellos el canal del poema: Puente entre dos ríos.

R.G.

Foto: Fabricio Estrada

Qualis artifex pereo - Fabricio Estrada

Falso.

Nadie avisa a nadie.

No hay tiempo.

La realidad es un bloque desprendido de un glacial.

Se te vienen las eras encima

los antiguos pingüinos emperadores

las osas polares con sus crías

el lago de Vostok íntegro con todo y su virginal agua pura.

No hay número íntimo presto a marcarse

no se cae un vaso a mitad del almuerzo de nadie

la realidad es un contenedor que pierde el equilibrio en la curva más pronunciada

no hay tiempo de evadirse

se te vienen encima latas de conserva, melones y mariscos

todo queda sobre vos y vos te congelas de inmediato

no hay grito

ni abrazo extraño por su exceso

ni plantita que se riega con esmero antes de salir de casa

ni mariposa negra revoloteando en la sala

ni reloj que se detiene con batería nueva

ni crepúsculo visto tomados de la mano

ni sorpresiva carta que se deja en el dintel con juramentos y te amo

la realidad es un bloque de apartamentos que se deslizan junto a la montaña

no es posible sacar los muebles

no es posible sacar las vajillas de la boda

no es posible volver a tener la fotografía

donde medio mundo aparece feliz y vos estás distraído

la realidad tiene prisa

pasa el viejo ejército sobre el Bósforo

tiene prisa

pasan los enormes bloques de piedra hacia Copán

tienen prisa

y vos te quedás abajo y no podés escapar

no dijiste adiós

ni entibiaste la bañera para cortarte las venas

ni frase célebre

nada

aplastado queda el que gran artista muere conmigo

y punto.

Sos nota roja pulsando

entre las manos de un sacerdote que abre tu pecho

con hermosos brillos de obsidiana.


F.E.

lunes, 26 de mayo de 2014

Hastío - chaliobala



Ante el asesinato de Irene Meza, COPINH

Irene Meza luego de ser herido y antes de ser rematado cuando era trasladado al hospital.


Los niveles de indefensión de la ciudadanía se han vuelto agravar, como un pico más en la cordillera que el golpismo inauguró como "época" a partir del 2009. La lucha de los campesinos e indígenas en el occidente de Honduras en contra de las mineras y de la concesión de ríos y montañas sigue siendo acosada, cada vez con mayor rabia e impunidad. El contexto que ha construido el partido nacional para reglamentar su administración impuesta es de estudio, tanto como todas las acciones esgrimidas desde Micheletti para acá. Lo sucedido al militante del COPINH y de LIBRE, Irene Meza linda en la atrocidad por la saña con que se le dio seguimiento luego de ser herido. La semana pasada, el ejército llevó a cabo un violento desalojo de campesinos en Punta Castilla, Colón, en la que dos menores de 2 y 5 años murieron a causa del desproporcionado uso de gases lacrimógenos.

Aquí el comunicado del COPINH:


Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras COPINH
Bo. Las Delicias, Intibucá, Intibucá;  Blog: copinhonduras.blogspot.comTel. (504) 2783-0817http://copinh.orgFB: Copinh Intibucá; Twitter: @copinhhonduras

Asesinato y represión  en San Francisco de Opalaca y Río Blanco ejecutan  Las fuerzas fascistas del Partido Nacional y la Policía Nacional.   
El COPINH ante la comunidad nacional e internacional denuncia y condena los asesinatos, atentados y represión   perpetrados el día ayer  contra miembros Lencas, hechos que son motivados por la política represiva del Estado de Honduras, encabezado por Juan Orlando Hernández:
El día de ayer, luego de concluir una   importante  Asamblea Indígena en San Francisco de Opalaca,  con el propósito de socializar los hallazgos de la Auditoria exigida por el Pueblo Lenca y desarrollada por el Tribunal  Superior  de Cuentas  y de  toma de decisiones en el marco del proceso de construcción de Gobernanza  Indígena,  se hicieron presente a la Plaza de Monte Verde empleados del exalcalde que ha pretendido imponer el Partido Nacional,   desplazándose en un carro particular, el señor Hugo Sánchez,  sin mediar palabra  saco una pistola y disparo contra  los compañeros Irene Meza y Plutarco Bonilla, el primero esposo de la  3ra. Regidora de la Alcaldía Legitima  Ada Elizabeth Méndez,  quien fue la encargada de dar a conocer el informe de la auditoria el día de ayer, el segundo, destacado compañero en la lucha contra el Golpe de Estado, de la Resistencia y ambos del Partido LIBRE, además  los dos compañeros habían estado participando en todo este último  proceso de lucha de San Francisco de Opalaca.
La saña con que fue perpetrado este crimen llega a tal extremo, que cuando era trasladado  Irene Meza hacia el Hospital de la Esperanza, ya que fue impactado por las balas en el abdomen y pecho  y era auxiliado por su esposa y motorista, a la altura de la cuesta del Río Zarco fueron  atacados nuevamente por un grupo de hombres fuertemente armado, provocando que el vehículo se accidentara,  luego  procedieron a bajar al lugar donde quedo el mismo, rematando de 6 disparos más al compañero Irene. En este atentado también resultaron lesionados los dos acompañantes.
Respecto al  compañero Plutarco Bonilla, informamos que el recibió un impacto en la mano y se encuentra fuera de peligro.
Por otro lado, en Río Blanco, entre el día sábado 24 y  domingo 25 de los corrientes, mientras regresaba  a su casa de habitación, a eso de la media noche,  fue asesinado el compañero William Jacobo Rodríguez, luchador en defensa del Río Gualcarque y en contra de la imposición del Proyecto Hidroeléctrico Agua Zarca, cabe mencionar que a pesar que ya hay una persona confesa del delito,  la fuerza policial  que se encuentra asentada en Río Blanco en el plantel de DESA, bajo una operación especial dirigida contra el Pueblo Lenca  procedieron a  irrumpir en  casas de habitación y a capturar de manera arbitraria y violenta a dos  compañeros del COPINH Lindolfo Benítez y Salvador Sánchez,  no bastándoles con lo anterior, posteriormente realizaron  tortura física y emocional a ambos compañeros, incluso amenazaron  de muerte a menores de edad que se encontraban en las casas de habitación, como también amenazaron y agredieron verbalmente al compañero Francisco Javier Sánchez, Presidente del Consejo Indígena de Río Blanco y Coordinador de Tierra y Territorio de la Coordinación General del COPINH.
Por lo anterior el COPINH exige:
-Investigación efectiva y aplicación de justicia inmediata  en los casos de los compañeros asesinados, William Rodríguez e Irene Meza y en el caso de  atentados contra el compañero Plutarco Bonilla, Ada Méndez y Pedro Rodríguez.
-Aunque los compañeros Lindolfo Benítez y Salvador Sánchez, en horas tempranas del día de hoy fueron trasladados nuevamente a Río Blanco y puestos en libertad, exigimos investigación y castigo a la fuerza represiva responsables de tortura y arbitrariedades, por la cual el COPINH en reiteradas veces ha exigido la salida de este destacamento que solo amenaza y represión  ha llevado a las comunidades que la han rechazado constantemente.
-Fin a la represión política y criminalización contra el Pueblo Lenca y el COPINH, contra los luchadores y luchadoras políticos y sociales.
El COPINH responsabiliza al Estado de Honduras, al Presidente Juan Orlando Hernández, a los grupos de poder y a las empresas como al ejército y policía por toda la política de terror y  criminalización contra nuestro Pueblo y organización.
Manifestamos, que todas las acciones de levantamiento Indígena y defensa territorial y de bienes comunes de la naturaleza,  contra los grandes capitales depredadores, por la construcción de la autodeterminación, por el Convenio 169 de la OIT y gobernanza indígena continúan firmes; las mismas incluyen la gran Asamblea de territorios y comunidades que arranca el día de mañana 27 y Movilización regional de 5 departamentos en la Esperanza, Intibucá el día jueves 29 a las 10.00am, todo nuestro accionar guiado con esperanza por nuestra historia ancestral de rebeldía y dignidad.
Dado en Intibucá,  a los 26 días del mes de mayo del 2014.
COPINH
¡A más represión! ¡Más lucha y organización!
¡Somos hijos e hijas de Lempira!
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San Francisco Opalaca, Intibucá, Honduras
25 de Mayo de 2014
Denuncia Pública
El día domingo 25 de mayo en horas de la tarde, el Sr. Irene Meza estaba estacionado en su carro platicando con Plutarco Bonilla en el tramo de carretera de la clínica hacia la comunidad de San Pedrito, pasando el puente, cuando vino un carro rojo Toyota de cabina sencilla manejado por Hugo Orlando Vásquez, quien se desempeña como funcionario del Tributario de la Corporación Municipal ilegal de Socorro Sánchez y también es primo de Socorro Sánchez.  Sin medir palabras y sin haber ninguna discusión, tres personas de este vehículo dispararon en contra la humanidad del Sr. Irene Meza y Plutarco Bonilla.  Quienes dispararon fueron Hugo Orlando Vásquez, Socorro Gómez, quien se desempeña como el tesorero de la Corporación Municipal ilegal de Socorro Sanchez, y Carmen Gómez, quien se desempeña como profesor de la Escuela PROHECO del Barrio San Pedrito.  Las balas causaron graves heridas al Sr. Irene Meza en su estómago y su cuello y dejaron herido a Plutarco Bonilla en la mano derecha.
Los heridos fueron a la clínica de Monte Verde donde las doctoras y enfermeras no quisieran atenderles.  Cabe mencionar que la esposa de Hugo Vásquez trabaja en la clínica.  La clínica se negó de atender a Irene y a Plutarco, pero si atendieron a Hugo Orlando Vásquez por su preferencia política. 
Viendo la gravedad del Sr. Meza, un compañero le conducía el Sr. Meza en su mismo carro hacia el hospital de La Esperanza, Intibucá.  En el camino, cuando estaban entrando a la aldea de San Lorenzo, fueron atacados por un grupo de personas encapuchados con pasamontañas seguidores de Socorro Sánchez quienes les estaban esperando.  Entre estas personas son Héctor Amílcar Sánchez, Mario Vásquez, Nicolás Florentino Vásquez, Ramón Vásquez, Simón Sánchez Manuales, Samuel Sánchez Manuales, y Blas Emérito Inestroza.  Estas personas disparaban con armas hacia el carro, forzando que el carro se perdiera control y fue arribado por un abismo, causando la muerte final del Sr. Irene Meza.
Se responsabiliza a Socorro Sánchez, Expectación Rodríguez, Nectali Rodríguez, José Santos Manuales, Cristino Gomez, Mario Lemus y Cruz Lopez como los autores intelectuales de los hechos.
Alcaldía legítima y Pueblo Indígena Lenca de San Francisco de Opalaca.

viernes, 23 de mayo de 2014

Christian Poveda: una crónica del blog de Roberto Valencia, País Vasco


¿Quién mató a Christian Poveda?

El fotógrafo y documentalista franco-español Christian Poveda murió el 2 de septiembre de 2009. Le dispararon dos veces en el rostro a muy corta distancia. No le robaron nada, algo casi inconcebible en un país como El Salvador. Cuando lo hallaron estaba solo, tirado a tres metros de su Nissan Pathfinder plateada, junto a la sinuosa y solitaria carretera sin asfaltar que une los municipios de Soyapango y Tonacatepeque, en el área metropolitana de San Salvador. Acababa de salir de una colonia llamada La Campanera.


Tras un impasse de dos horas por un malentendido con su nombre, a las 5:30 de la tarde la Policía Nacional Civil (PNC) tenía ya la certeza de que la persona asesinada era el director de La vida loca. La noticia tardó poco en propagarse, como si fuera una epidemia, y en cuestión de horas supo encontrar al escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya en su minúsculo apartamento del barrio Sangen-Jaya, en Tokio. Se enteró mientras navegaba en internet, con un titular de la Agencia Efe que dejaba poco margen para las ambigüedades: “Asesinan al fotógrafo Christian Poveda, director de un documental sobre pandillas”. Los 14 husos horarios que separan Japón y El Salvador habían convertido el miércoles en jueves, el hoy en ayer, el presente en pasado. Pero no amortiguaron la conmoción.

Los caminos de Christian y de Horacio se habían cruzado años atrás. Fue Christian quien lo buscó para proponerle que escribiera el prólogo de un libro de retratos sobre pandilleros que tenía pensando editar en México. La idea nunca cuajó, pero la comunicación se mantuvo porque en mente había un proyecto más ambicioso. En febrero de 2008 coordinaron un almuerzo en Madrid, en un restaurante de comida gallega del barrio de Malasaña. Horacio quedó sorprendido por el entusiasmo y por el conocimiento exhaustivo del fenómeno de las maras demostrado por su interlocutor. Resultó una reunión amena, de la que Horacio se despidió con una copia de La vida loca en su bolsa, con un sugestivo ofrecimiento para trabajar juntos y con la impresión de que Christian sabía demasiados nombres y apellidos; demasiados. La relación siguió estrechándose gracias a internet, pero nunca más volvieron a verse.

El asesinato ocurrió un año y siete meses después de aquel encuentro. Aturdido como un boxeador castigado, Horacio apartó los ojos de la laptop y los dirigió hacia su cuaderno de apuntes. Agarró un lápiz y anotó lo primero que se le ocurrió: “El asesinato de Christian Poveda me ha conmocionado. Era evidente que lo terminarían matando, pero exhalaba tanta confianza y entusiasmo que todos creíamos en su invulnerabilidad”.

Era evidente que lo terminarían matando.

***

A Christian lo conocí a mediados de 2008 en un restaurante chino de San Salvador llamado Hunan. Lo cité para una entrevista, y llegó puntual, cargado con su inseparable laptop. Para entonces Christian tenía 53 años, pero parecía más joven. Medía un metro ochenta de estatura, se conservaba bien, proporcionado, y llevaba el pelo en su sitio. Lo singularizaban sus lentes, un grueso anillo en el dedo gordo de la mano derecha y el eterno gesto de seriedad en su rostro, como si le costara sonreír.

—Es que a mí las guerras me siguen por todos lados –dijo con su castellano afrancesado.


La palabra guerra aparece con demasiada frecuencia en su biografía. Nació en Argel en 1955, nieto de unos abuelos que huyeron a Argelia de la Guerra Civil Española e hijo de unos padres que huyeron a Francia de la Guerra de Argelia cuando él tenía 6 años. Su afición por la fotografía está relacionada con la Guerra de Vietnam y con los disturbios del Mayo del 68 francés. Apenas pudo escaparse de la casa, agarró una cámara y marchó a fotografiar guerras en Mauritania, Sierra Leona, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, la isla de Granada, Camboya, Irak y Líbano. Con estos antecedentes, no resulta tan extraño que terminara enamorado de la guerra abierta que en Centroamérica libran las pandillas Mara Salvatrucha (o MS-13) y Barrio 18.

La carrera de documentalista la desarrolló de forma paralela a la de fotógrafo. Antes de La vida loca había trabajado en otros 15 documentales con temas tan variados como el toreo, la lucha contra el sida o el ciclismo.

En aquella plática con rollitos de primavera de por medio me mostró fotografías impactantes, un repaso por algunos de los conflictos más sangrientos en el último cuarto de siglo XX. Me impresionaron su memoria y la precisión de los datos con los que enriquecía cada imagen. Así, una foto de unos soldados agazapados a la espera de los suministros de un helicóptero militar guardaba la historia de un operativo antiguerrilla, encabezado por el general Benedicto Lucas, entonces jefe del Estado Mayor guatemalteco, y realizado en febrero de 1982 en un pueblo del departamento de Santa Cruz del Quiché llamado San Juan Costal. Christian estaba consciente de que mil buenas palabras son el complemento perfecto para cualquier imagen.

Aquel día también me dijo que regresó a El Salvador en 2004, dos décadas después de haber cubierto en este país la guerra civil. La elección no fue casual.

—Este país tiene una particularidad: es uno de los más pequeñitos del mundo, pero en lo malo está siempre en el pódium de los tres primeros. En homicidios son los primeros, medalla de oro; en pandillas, ahí van; en consumo de droga, medalla de bronce…

La crítica explícita era una herramienta que usaba con frecuencia, y esto le supuso no pocas discusiones y enemistades. Nueve meses antes de que lo asesinaran dejó plasmada en un foro de internet su teoría acerca de la crítica como instrumento para el crecimiento profesional: “La crítica es imprescindible, y tiene que ser franca y directa, aunque no guste. Pero eso sí, tiene que ser argumentada, honesta y sincera”. Esa manera de ver la profesión hizo que Christian no fuera alguien muy querido entre el gremio de fotógrafos de El Salvador, donde cuesta digerirlas.

—Había muchos que decían que eso de hacer retratos de pandilleros es la cosa más fácil, que ese tal Poveda un par de retratos es todo lo que había hecho –me dijo Edgar Romero, un fotógrafo salvadoreño de 41 años y mirada profunda.
—¿Muchos? –pregunté.
—La prueba está en que su círculo de amistades entre los fotoperiodistas en El Salvador era pequeño a pesar de ser un tipo que vino sin ninguna jactancia y a tratar de enseñar, pero pocos fueron los que lo escucharon.

Edgar Romero era uno de los pocos amigos que Christian tenía en el gremio. Su amistad se empezó a forjar una mañana de noviembre de 2005, en la que coincidieron a los pies de la catedral de San Salvador. Pandilleros del Barrio 18 habían tomado el edificio para protestar por las condiciones en las cárceles. Ese mismo día, en la tarde, Christian se presentó en el Photocafé, el negocio de Edgar Romero, un bar de luces cálidas y música baja que terminó convirtiéndose en su segundo hogar.

—Yo creo que los salvadoreños –escuché a Christian decir otro día– tienen una forma bastante oportunista de funcionar: se preocupan solamente de ellos mismos y nada más, pero no están funcionando de una manera cívica. Cada uno está en su casa y se preocupa de sus cosas. Y claro, cada uno contrata su propia seguridad, y no se piensa como sociedad.

Crítica franca y directa, aunque no guste.

***

Christian concibió La vida loca a finales de 2004, cuando llegó a El Salvador con la idea entre ceja y ceja de documentar el fenómeno de las maras. Confiado en sí mismo y con los conectes adecuados, apuntó alto: se reunió con líderes tanto de la Mara Salvatrucha como del Barrio 18 y logró los permisos para realizar sesiones fotográficas y entrevistas personales a pandilleros en las cárceles y fuera de ellas.

La semilla para la película estaba sembrada, y comenzó a germinar en enero de 2006, cuando abandonó París para instalarse de forma definitiva en Centroamérica. Como gran cocinero que era, se trajo incluso el antiquísimo libro de recetas heredado de su abuela.

Tras la buena experiencia con las fotografías, el objetivo ahora era la película. Se lo planteó de nuevo a los cabecillas de las dos pandillas, pero en esta ocasión solo el Barrio 18 aceptó la propuesta. Se acordó que la filmación sería en el reparto La Campanera, Soyapango, una populosa colonia de clase media-baja ubicada a 20 minutos en vehículo desde el centro de San Salvador. Territorio del Barrio.

Uno de los motores narrativos es la panadería con la que los mareros tratan de demostrar que son capaces de sostener un proyecto productivo. Esa panadería es parte de esos ofrecimientos para lograr el sí del Barrio. Los hornos y todo el instrumental los tuvo que pagar Christian. Y el alquiler del local. Y la harina. Y la levadura. Y las piñatas. Y los abogados. Y los tratamientos médicos.

Durante el tiempo que funcionó, uno de los gerentes de la panadería fue un pandillero conocido como Moreno. Es quizás con el que más relación creó de entre todos los personajes del documental.

El 29 de agosto de 2006, Christian llegó poco antes de las 9 de la mañana a la colonia Bella Vista, en Soyapango, a unos 10 minutos en carro de La Campanera. Entró en el mesón y cámara en mano se dirigió al cuarto en el que dormía Moreno. Ese martes cumplía 26 años y Christian tenía algo en mente.

—Puta, hijoeputa, mirá cómo te veo –dijo, fiel a su convicción de que los insultos disimulaban su acento francés.
—¡Puta! ¡Come mierda! Dejá dormir, andate a la mierda –respondió la voz desde la cama.
—Ah, qué culero. Vámonos, vámonos.

No insistió. Cerró la puerta. Moreno dio medio vuelta y al poco se durmió. Moreno es José Luis Rosales, pandillero de la 18 desde los 12 años, amigo de Christian y uno de los personajes que más peso tienen en La vida loca. Tiene la piel clara, un bigote tímido en su rostro y por el cuello y el brazo derecho se le asoman tatuajes.

Pasada una hora, Christian regresó y comenzó a golpear de nuevo la puerta. Lo hizo con tanta fuerza que la destrabó. Entró, y le tiró un vaso con agua.

—Levantate, que te vamos a celebrar el cumpleaños.
—Hijoeputa, vos solo casaca sos.

El ofrecimiento iba en serio. Christian había ido a comprar una bolsada de carne, seis libras de arroz, tomates, cebolla y cilantro. También trajo dos garrafones de vodka Troika y cervezas para una tribu entera.

—Y ahorita llamá a los homeboys.
—¿Y qué vas a hacer?
—Celebrar, y lo vamos a poner en la película.

Durante la filmación Christian pagó el alquiler del cuarto en la Bella Vista para evitar el acoso policial en La Campanera, le compró un teléfono celular, lo llevaba a restaurantes de la exclusiva colonia Escalón de la capital.

En octubre de 2007, encarcelaron a Moreno por homicidio agravado y extorsión, pero no dejaron de verse. Un día antes de su asesinato, Christian gestionó ante las autoridades de Centros Penales una visita en la cárcel de Quezaltepeque. Moreno la aceptó por escrito pocas horas antes de que asesinaran a su amigo:

“Quezaltepeque 2 de septiembre de 2009. por este medio ago constar que yo Jose Luis Rosales estoy de acuerdo para seguir con la segunda etapa de el documental de Crístian el periodista. yo estoy dispuesto a trabajar con el F. Jose luis Rosales.”

Un año antes, en aquel restaurante chino, había preguntado a Christian por qué tanto esfuerzo y tiempo en retratar este mundo.

—Porque a mí me interesa el trabajo sobre la marginación social –dijo–. Y las maras son un ejemplo universal para demostrar los efectos que generan la marginación y las malas políticas sociales.
—¿Y qué tipo de relación mantienes con los personajes de tu documental?
—Estoy en contacto permanente con ellos. Ahora que salgamos de esta entrevista me voy a ir a ver a algunos. Tú no puedes estar dos años con gente a diario y no establecer una relación. Ellos son lo que son, yo no me involucro en sus cosas, pero de ciertos personajes de mi película, claro, estoy siempre al tanto de si les pasó algo o si los encarcelan, si siguen vivos… Ese tipo de cosas.

Otros acuerdos cruciales con el Barrio 18 para la filmación de la película eran, en primer lugar, que el documental solo se iba a exhibir en el extranjero; en segundo, que iba a mostrar la vida de los pandilleros que ya no querían andar en la violencia, y en tercero, que una vez la película se hubiera exhibido en cines fuera del país, Christian entregaría una copia de buena calidad para que el Barrio la pudiera vender en la calle como dvd pirata.
Evitar que llegara al mercado negro se convirtió en una obsesión para Christian, al punto que, salvo excepciones como Horacio y otras personas de confianza, no prestaba copias de la película a nadie. “Le tengo tanto miedo a la piratería que me asusta saber que hay algunas copias paseándose”, escribió alarmado a finales de 2008. Pero su celo lo más que logró fue retardar algunos meses lo inevitable. En agosto, unas semanas antes de su asesinato, el dvd de La vida loca se vendía como pan caliente en los puestos del centro de San Salvador.

En los 16 meses de filmación había hecho amistad con varios de sus personajes pero, transcurridos dos años casi, todos estaban muertos o encarcelados o vivían en otras colonias. La Campanera a la que llegó en la tarde del 2 de septiembre no era la misma en la que él podía dejar el carro con las puertas abiertas dos años atrás. Él lo sabía mejor que nadie. ¿Por qué entonces alguien sabedor de que algo había fallado en su acuerdo con el Barrio 18 y que conocía como pocos del funcionamiento interno de las maras se metió en la boca del lobo?

***

La última vez que vi a Christian fue dos meses antes de que lo asesinaran. La Alianza Francesa de San Salvador organizó el 30 de junio un debate titulado “Violencia juvenil, ¿qué soluciones?”, y él era uno de los ponentes. Llegó con su mejor sonrisa y sin recibir ni un dólar a cambio. La charla resultó un evento íntimo, con no más de 30 personas en el público. Recuerdo que al terminar se acercó a pedirme el teléfono para hacer una llamada a su pareja.

En sus intervenciones, Christian explicitó su postura personal sobre las maras: las políticas represivas implementadas por la derecha en El Salvador fueron un fracaso, hay sectores de la sociedad que se lucran de la extrema violencia que carcome al país, los medios de comunicación locales tienen una cuota de responsabilidad importante, y la única solución a corto plazo es que el Gobierno se siente a negociar con los pandilleros y fomente las condiciones para que se dé una tregua entre la Mara Salvatrucha y el Barrio 18.

La vida loca está en sintonía con ese planteamiento que dibuja a los miembros de pandillas más como víctimas que como victimarios. En el documental los represores son la policía y el ejército. Los pandilleros son una joven que intenta encontrar a su madre que la abandonó a los seis días de nacida, son una madre que amamanta a su hijo, son un niño de la calle agradecido con la familia que encontró en el Barrio. Son jóvenes que quieren ganarse la vida amasando pan, pero que son perseguidos. En 90 minutos aparecen pandilleros que se divierten, bromean, bailan, trabajan, se drogan, se convierten al cristianismo o se tatúan, pero no hay ni un solo plano de alguno armado, como si las armas fueran algo ajeno a las maras. Ante esta selección de la realidad que realizó Christian, no es de extrañar que la crítica de cine publicada por el diario francés Libération concluyera con esta frase: “Ha podido dibujar los contornos de los personajes, por lo que ahora es imposible negarles la condición de las víctimas”.

Un aporte fundamental sobre el fenómeno de las maras que hace el documental no está en un primer plano de lectura. La pandilla que retrata va más allá del estereotipo del grupo de jóvenes tatuados con predisposición al delito y a la violencia. Christian logra mostrar la complejidad del fenómeno, y es algo que se ve en los velorios. En el último que se muestra, el de la pandillera tuerta, los tatuados son minoría. Lo que abundan son rostros imberbes, adultos mayores, niños. Todo un entramado social. Con su cámara Christian dejó sin argumentos a los que opinan que las pandillas son un problema estrictamente delincuencial y no social.

Unas semanas antes de que se estrenara en septiembre de 2008 en el Festival Internacional de Cine de Donostia, en el País Vasco, pude preguntarle qué opinaba él sobre su obra, y esta fue su respuesta:

—La película es, como decimos en Francia, à double tranchant, a doble corte. Realmente yo he compartido la vida de estos locos, y hay algunos que los ves vivir… y los ves vivir y los ves vivir. Y es puro documental, no es como un actor que muere y ya sabes que lo vas a ver vivo en otra película. Aquí mueren de verdad. Y eso es algo impresionante y que le da fuerza a la película, pero al mismo tiempo asusta mucho.

Hoy todo son elogios, pero hasta el día del asesinato lo cierto es que La vida loca no estaba funcionando. Pasó sin pena ni gloria por los festivales en los que se proyectó, y su primer contacto con la gran pantalla fue una decepción. El estreno comercial en España fue en diciembre de 2008, pero solo se proyectó en cuatro salas: dos de Madrid y dos de Barcelona.

—La película tuvo poca repercusión –me dijo Luis Ángel Bellaba, productor y distribuidor en España–. Fue tan leal con el tema de su película, las maras y con el dolor que representa esa vida, que filmó exactamente eso. Y lo describió tan bien que lo hizo a lo mejor muy duro. La gente hoy no está acostumbrada a ese tipo de películas.

Para el 30 de septiembre de 2009 estaba previsto el estreno en Francia, la tabla de salvación. Además de director, Christian era coproductor y había incluso vendido su casa en Francia para financiar el documental. Estaba también convencido de que la viabilidad de su próximo proyecto dependía de que La vida loca obtuviera unos números aceptables. Christian quería dirigir una película sobre las maras, pero esta vez de ficción. El guión lo iba escribir Horacio.

Quizá por eso recibió con los brazos abiertos la propuesta que le hizo la revista francesa Elle de publicar un extenso reportaje sobre las pandilleras protagonistas justo la semana del estreno del documental en Francia. Una publicidad invaluable.

—Él quería hablar con nosotros –me dijo Moreno.

A Christian el Barrio 18 lo citó en La Campanera. Y se la jugó porque ese encuentro iba a tener una doble función: por un lado, allanar el camino antes de la visita del equipo de Elle; y por otro, explicar al nuevo liderazgo local de la pandilla que él no era el responsable de que el dvd se estuviera vendiendo en las calles.

El miércoles 2 de septiembre Christian madrugó como de costumbre, y se sentó frente a su computadora. Navegó durante al menos dos horas, con constantes ingresos a Facebook, el portal al que dedicaba tanto tiempo en los últimos meses. De la casa salió con una camisa azul oscura para ser entrevistado por la inminente inauguración de una exposición fotográfica en el Photocafé que él había curado. Regresó pasadas las 10. A mediodía volvió a subirse en su Nissan Pathfinder plateada y se dirigió hacia el reparto La Campanera.

La revista Elle abortó su reportaje, pero Christian logró sin pretenderlo lo que se había propuesto: publicidad invaluable para La vida loca. El documental se estrenó el 30 de septiembre en Francia con éxito de crítica y de público, se reestrenó en España un mes después y con los años quizá se convierta en un documental de culto.

***

El Buró Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos estima que el Barrio 18 y la Mara Salvatrucha suman unos 24.000 pandilleros activos repartidos en 46 de los 50 estados de la Unión americana. Están tan preocupados por esa cifra que a finales de 2004 el FBI creó una unidad especial para monitorear y desarticular ambos grupos. La PNC de El Salvador, un país que tiene 0.2% del tamaño de Estados Unidos y su población representa 2%, tiene fichados en sus archivos a 17.000 pandilleros.

—¿Y las pandillas siguen creciendo?
—Sí, en mi opinión, sí.
—¿Estamos peor que nunca?
—Así es. Y el año pasado estábamos peor que nunca, y el anterior. Y en el año 2000 estábamos peor que nunca.
Responde Augusto Cotto, el subdirector de Investigaciones de la PNC. Por su cargo, él es el responsable de la investigación policial del asesinato. Está convencido de que el Barrio 18 le cobró a Christian desavenencias surgidas tras el rodaje, aunque no sabe –o no quiere– especificar cuáles. Cotto incluso señala quién es el pandillero que desde un penal dio la orden de ejecutarlo: Nelson Lazo Rivera, El Molleja. El papel que la policía le atribuye es el de encargado de tribu para las colonias de la zona norte y poniente de Soyapango, donde se ubica La Campanera.

El Molleja y Christian son viejos conocidos. Se vieron por primera vez a finales de 2004, durante el trabajo fotográfico que realizó antes del documental. El Molleja posó para Christian. Tiene una mirada triste y enigmática, y su cuerpo parece lienzo. En su cara hay más carne tatuada que sin tatuar. Destacan un gran “666” en la frente, la palabra “SUR” en su nariz, varios “18” y “13” –las dos pandillas en guerra respetan el 13 porque los identifica como sureños de Los Ángeles– de distintos tamaños y una intimidante inscripción s
obre los ojos: “GAME” en el derecho, “OVER” en el izquierdo.

El joven al que la policía presentó como el autor intelectual del asesinato era como un imán para Christian. En su cuenta de Facebook, en el recuadrito donde debía ir la fotografía del fotoperiodista franco-español, lo que aparecía era el rostro tatuado de El Molleja. Además, y a pesar de no residir en el reparto La Campanera, no desaprovechó la oportunidad de incluirlo en La vida loca. Se le ve en uno de los velorios, junto al ataúd de uno de los pandilleros asesinados. Y más adelante, como uno de los detenidos tras una redada masiva, aparece sentado entre docenas de dieciocheros en la presentación ante los medios de comunicación. Christian regaló a El Molleja dos planos, cinco segundos de gloria.
***

Sonaba el Canon en re mayor de Johann Pachelbel cuando a las 3 de la tarde del 9 de septiembre entré a la iglesia. A esa hora se cumplía una semana exacta desde el asesinato. Christian era un ateo confeso, pero la familia tuvo a bien organizar una misa católica para que amigos y colegas pudieran honrar su memoria y despedirse. Esa era la idea. Madre y hermana, llegadas desde España, estaban sentadas en primera fila, cerca de la urna con las cenizas, una sencilla caja de madera dentro de una pequeña corona de flores.

La iglesia de Santa Elena forma parte del complejo funerario privado en el que incineraron a Christian. Es de reciente construcción, de paredes blancas e impecables, con capacidad para 450 personas sentadas y bien iluminada gracias a la luz que entra por las ventanas y por la ciclópea cristalera que hay detrás del altar. La decoración es parca: una gran cruz de madera, estatuas, un cuadro enorme de San Escrivá de Balaguer, la bandera de El Salvador. Lo que más llamó mi atención fue el aire acondicionado.


Callados los violines, la misa inició con apenas un tercio de las bancas ocupadas y una veintena de fotógrafos y camarógrafos enfocando y revoloteando como avispas alteradas alrededor de la urna. En sus discursos, la hermana de Christian, María José, rogó porque su muerte sirva para cambiar El Salvador; y Aída Santos, una ex jueza que aparece en La vida loca, dijo que la paz en el país no se logrará entre resentimientos y egoísmos. Mientras se pronunciaban estas palabras, el avispero se peleaba por la mejor toma: ocuparon los pasillos, se sentaron junto a la urna con las cenizas, se aproximaron a la madre para fotografiarla… Esa fue la despedida del gremio a pesar de que un día antes se hizo circular una solicitud expresa: “Todos y todas sabemos el respeto con que Christian asumía el trabajo periodístico y, por lo tanto, en un momento tan duro como este, queremos ofrecer ese mismo respeto a su memoria y a su familia”.


En los días siguientes, una fracción de las cenizas voló hacia Alicante, la tierra de la que huyeron sus abuelos en 1939 y a la que regresó su madre. El resto, la porción mayor, por deseo del propio Christian se esparció en tres lugares distintos de El Salvador, el país que quiso tanto y por el que tanto dio.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Imago del poder ido

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Evita Perón

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Shakeaspeare

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Martín Lutero

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